jueves, 15 de octubre de 2015

Los años sin ti.

Escribiéndote 
se me estruja el alma
me arden las entrañas,
me lloran los ojos por dentro,
se me queman las palabras en las manos,
me duele el lado izquierdo de la razón 
se me enfrían los pies de puro desamor.

Tienes que saber que:
Te vi pasar por mi vida sabiendo que a la mitad del camino
siempre te detenías para ver si me desangraba por ti
y mientras te anunciabas como un fantasma
me rompías los sueños mientras te adoraba,
arruinabas mi café cuando lo salaba con mis lágrimas
y dabas golpecitos en mi pecho como para decir hola
cuando en realidad tratabas de decir adiós.
Tenías los ojos tristes y no me daba la impresión 
que fueras capaz de arrancar cabezas, destrozar imperios
y arruinar amores.

Ahora te miro y quisiera ser la furia de dios
un relámpago que te cierre los ojos  
y me dejes por mi bien o por el tuyo.
Y me alegra no aprisionarme a ti
pero me entristece escribirte
como sin con ello te amara 
cuando en realidad te detesto.

Y es que al final
lo vi todo triste,
a ti, caminando sin mí de la mano 
a mi, despertando de tu mano frágil,
a ti un remolino de polvo 
a mi una tormenta,
los rumbos sin rumbo,
los besos sin labios,
el olvido sin compasión,
los amores sin brújula, 
los años sin ti.


jueves, 8 de octubre de 2015

Hasta olvidarme.

Tendríamos que acordar horarios, solucionar caricias,
aprender a desenredarnos el cuerpo cada noche
antes de marcharnos, 
para que la soledad no nos halle desprevenidos 
ni mucho menos tristes.
Imaginemos que tú, aquí encontrarás otra llama,
que yo me iré haciendo cenizas 
mientras voy alejándome de ti
con la certeza de que te quedas con algo mío:
algo pequeño, quizá una gota de sangre 
y que de ella beberás hasta olvidarme.

Yo, por mi parte le hablaré al mar de los días nublados
donde nos apretábamos las manos no de frío sino de amor,
de la avenida donde esperábamos la lluvia y el autobús
mientras nos decíamos un te quiero tras otro te quiero
y nos daba calor tanta ternura y nos daba frío el silencio
pues sabíamos que era imposible postergar lo inevitable.

Y es que, una de las noches antes de apagar la luz
se había apagado la de mis ganas de quererte,
te desconocí en mi propia obscuridad 
y no te brillaban los ojos para guiarme,
llegué a tu lado gracias al hilo de tu voz
y me abracé tan fuerte de ti
como esperando el derrumbe.

Te amé dentro de mí, 
amé todos los huecos que ocupaste,
amé los juramentos mojados por tus besos 
pero también amé verlos caerse a pedazos
cuando nos dimos la espalda y la ausencia 
presintiendo el final,
-estoy seguro que siempre lo supiste.
y amor, eso no es culpa de nadie.



viernes, 25 de septiembre de 2015

Sugerencia de uso.

Hoy, la primera de todas las mañanas desperté con un sabor inexplicable en los labios
si hubiera sido posible besarme a mí mismo sin duda lo hubiera hecho,
pero sólo pasaba mi lengua por mis labios imitando la mueca de un antojo
o suspirando para llevar ese sabor hacia dentro y descubrir el significado.
Desperté sin mayor mérito, con las mismas ojeras, las misma cantidad de pestañas
y la misma cantidad de recuerdos apegados a mi rostro y al espejo.
Conté los días: veinticinco, veintiséis, veintisiete y me detuve a pensar en la misma acción de aquella primera mañana del año pasado donde desperté abatido por mi propia voluntad y recordé que en el espejo no había ni reflejo ni recuerdos, parecía un vacío, un hoyo negro, una noche cayéndose a pedazos, yo cayéndome a pedazos.
Y apreté los ojos y contuve las lágrimas pero siendo la desobediencia mi mayor disciplina terminé por llorar, me di cuenta que las frases que te encuentras en canciones, en las calles, en las voces de la gente por más ordinarias que parezcan tienen razón o un propósito: -El tiempo no perdona, -El tiempo lo sana todo, -Tiempo al tiempo. Y una vez más me permití la capacidad de asombro: el tiempo a quien había culpado durante la guerra contra mí mismo, sin darme cuenta se había convertido en mi mejor aliado, mi estratega y mi escudo; nos habíamos detenido juntos, de la mano y ahora en el espejo lo veo victorioso con una bandera blanca pidiendo tregua, pidiéndome no resistirme más y transitar.
Ya dictada la rutina de llorar fui a preparar café, al primer sorbo me vino ese sabor con el que había despertado y con el todos las imágenes y los aromas, los besos y los abrazos de amigos, de amantes y desconocidos con los que llené los renglones en blanco de mi nueva historia y que me negaba a leer porque me aterraba descubrirme como un obsesionado del amor, un convencido de que el amor destruye o reconstruye. Salí de la sombra y observé a mi piel viva de nostalgias como si con ellas estuviera preparando la reconstrucción, edificando sensaciones y limpiando dolores y viejos rencores; y así fue, con el paso de las horas, con el café y mis ojos mirando por la ventana comencé a sentir un alivio, un respiro tan fuerte que al exhalar me hizo despojarme de todo, de todo menos de mí, de mi fuerza y mi entrega, mi voluntad. Me perdoné. 
El amor se va, una sola persona es capaz de arrebatártelo y dejarte a la orilla del abismo mirándote desde atrás para verte caer. Pero el amor también llega -o mejor dicho nunca se va-, lo evadimos o lo escondemos porque el dolor nos parece dulce y el sufrimiento una idea clara, y es justo dolerse y es justo el abismo cuando sabes que de alguna u otra manea saldrás de el porque no era el tiempo y no lo es, nunca lo será aunque quien haya masacrado tu felicidad te empuje de nuevo, de nuevo saldrás hasta que un día cubrirás con sus restos ese agujero de penas y llegarás al otro lado. Yo lo logré, lo conseguí y me queda la ausencia pero no pesa y en mi pecho habita un mar en calma, y mi cabeza es un nido de metáforas y amores frescos y en las manos siempre llevo un ramo de flores incapaces de marchitarse pues somos la vida misma.
   

viernes, 18 de septiembre de 2015

Que va, el amor también.

¿Sabes algo?
Resolví el acertijo que dejaste en el sitio donde nos quisimos por primera vez.
El resultado se parecía a una herida muy similar a la mía con la diferencia
de que la ciudad había detenido el tiempo en ese parque 
y a mí me ha estado haciendo correr a contrarreloj el muy cabrón.
Por un momento me detuve y me odié con ese odio 
que sólo puede dar el amor cuando te abofetea 
sin que pongas la otra mejilla.

Y comprendí que nunca pude odiarte,
pero que tuve que soltarte para amarte
que tuve que seguir amándote para soltarte.
¿Te acordarás de mis latidos? -Me pregunte con la mano en el pecho. 
Y juro que por un momento sentí tu mano entrelazándose a mis dedos
como si estuvieras diciéndome que al final lo conseguimos
pues yo esa tarde, también, por fin era libre.

Y que también me soltaste para amarme
y me amaste para poder soltarme,
que no podíamos conformarnos con mirarnos
a los ojos de vez en cuando sólo para decirnos
mentiras dolorosamente hermosas,
que tu vida se agotaba entre mis piernas
y mi vida terminaba en tu barba:
las únicas dos razones de nuestra locura
lo demás era aferrarse a la no soledad,
a la no desesperación, y si a la ansiedad
de dos labios que se besaban únicamente
para evitar el olvido inmediato.

La realidad tiene su mérito -Qué va, el amor también.
La conjugación de ambos arde y quema y golpea y pellizca el alma, 
pero sin ello estoy seguro de que jamás hubiéramos despertado 
de ese sueño inútil aunque seguirlo imaginando enamoré y duela.

 






viernes, 11 de septiembre de 2015

Cuando el destino.

Y es que a mí cuando el destino
me descubrió besándote la espalda 
preferí esconderme muy dentro de ti,
hasta que un día me aterró la idea de no encontrarme 
y lloré hasta ahogarte para salir flotando por tu boca, 
y te vi pronunciando mi nombre como resultado de un naufragio 
y fue entonces que me fui alejando y alejando hasta llegar a tierra firme.

Y me vi con una herida en el corazón hermosamente abierta,
una herida tan dulce como el dolor de perder sin arrodillarse,
como cuando el ayer te abraza sin clavarte un cuchillo,
como quien mira los atardeceres sin apretarse el alma a menos que valga la pena.

Tuve que irme, entenderlo, un mérito parecido a una lluvia de cenizas
después de un fuego amorosamente prolongado, pero bien merecido,
para comprender que lo que ya no arde no quema
y el alma necesita encenderse y resurgir para el amor.

Hoy los días siguen sucediendo y te echo de menos -No lo puedo negar.
Y de alguna manera permanece el fantasma de tu sonrisa 
cuando mirándome a los ojos me decías que en tus manos 
cabían todas las razones para amarme en mis días de caos.
Y lo sigo creyendo y sigo creyendo en ti aunque me cuestioné
las noches de mis sueños sin ti, aunque viva esperando amores
de camas ajenas y tenga que deletrear tu nombre en cada orgasmo.


domingo, 30 de agosto de 2015

Consecuencias (La puta nostalgia).

Como cuando en el amor o en el cansancio haces una promesa y el cuerpo se niega a cumplirla.
Así vivo yo: me niego a ti, me resisto a llegar a tu lado 
porque hueles a una mañana de otoño y eso me duele. 
Porque sospecho que eres como todos los hijos de puta 
que dividen corazones rotos y aman a destiempo,
porque en el amor soy una puerta sin llave ni acertijos
y cualquier pendejo (como tú) puede entrar y salir
dejando historias pequeñas para mi corazon tan grande.
Y yo jamás he medido la capacidad de amor, de amar.
Me entrego así porque sí y luego abandono todo.
-Una ausencia-, me dicen. Soy una ausencia.
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No hay flores en la casa de mi corazón,
Hay un jardín de humillaciones 
que se riega con tus ganas de tenerme
para luego tirarme a la basura
de los recuerdos de tus amantes. 
No hay besos en mi cuerpo,
hay golpes como caricias
y abrazos como puñaladas.
Mi carne es ahora una marca,
una cicatriz de ti,
soy tu mercancía,
tu trofeo inútil,
tus ganas
cuando
tienes
ganas.
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El insomnio se llama tristeza 
o tú llevas el nombre de mi noche.
No llegas (ni vendrás)
pero te imagino tan guapo
vestido del aroma que despides cuando me deseas,
una combinación de whisky
y saliva de otros hombres.
Y te imagino con tus monosílabos,
con tus caricias largas
y tus besos que dicen tanto,
que multiplicas las palabras
que me niego a decirte
para que no te marches herido
de este amor inútil.
Y prefiero besarte porque contigo la noche se me cae de las manos y la luna me escurre de los ojos, 
me apresuro porque luego me da por llorarte como si hubieras muerto
o pero aún
como si estuvieras vivo
pero no conmigo.
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A la mierda las buenas intenciones,
si también van a excluirme del amor
al menos permitan que mi cuerpo hermoso 
sea devorado por señores de oficina, 
sacerdotes y modistas, chóferes y poetas. 
Que me desee el esposo de la señora del almacén,
y que cuando en la calle me pregunten cuanto valgo
se me moje la ropa interior antes de responder con otra pregunta -¿El amor viene antes o después?-. Y que sus sonrisas se parezcan a la del chico de mis sueños el que abandoné hoy en la parada de autobús cuando pidió mi número de teléfono. Huir es otra forma de morir de amor. Me aseguraré de no volverlo a ver o por lo menos dejar la ruta que acostumbro.

lunes, 17 de agosto de 2015

La verdad es un hierro ardiente

Es como si me mordieras el corazón 
cada vez que aparece tu fantasma
o como si galoparas por mi carne: 
un intento fallido por decirme
que el amor te descubrió 
mintiéndole a la vida,
-Serías incapaz de decir la verdad-.

Así que la diré yo:
Sé que no puedes evitar el acordarte de mí 
en los días que te regresa el alma al cuerpo
-Lo cual te sucede a diario-,
ni que mi ausencia te quema las manos 
y con ello incendias los restos de tu cuerpo
solo para saber si una caricia te sabe a mí
y por piedad te regresa al pasado.
Que te aterra parpadear o tener sueño 
porque sabes que al cerrar los ojos
estarán los míos como un río
corriendo en dirección contraria
a tu balsa rota.

Y perdóname mi amor, 
yo no le pedí al cielo que cada vez 
que lo miraras te obligaras a gritar mi nombre.

Ya no entras a mis sueños
porque no existes,
y permanece mi corazón herido
pero no de muerte
y no por ti. 
Y no puedes evitar 
que te duela tu derrumbe
al no ver el mío.
Y te resulta imposible dejar de llorar
en las noches que te arrullas a solas,
y enloqueces al pensar a quien 
le regalo la noche a besos.
Que no estoy en tu vida
pero tampoco tú en la tuya,
que mi redención me trajo flores
y a ti un puño de tierra.

Y perdóname mi amor,
yo no le pedí al reloj que avanzara 
mientras habla de mi futuro sin ti. 




martes, 28 de julio de 2015

Te invito, amor.

Te invito a mi locura
a mis brazos grandes
a la fragilidad de mis manos 
que aún no te tocan,
al bosque de mi pecho 
para que camines sin que te pierdas
y me encuentres esperando por ti,
como antes, como hoy.

Te invito a mis caprichos
a mis muecas cuando no pueda besarte,
te invito a ser libre cuando te eche de menos 
y que pienses en mí en las noches luciérnaga.

Te invito al incendio de mi espalda
al calor de mis huecos
a la ternura de mis desastres
para verte sonreír,
a mis manías,
a mis sombras,
a mi fulgor.

Te invito a mis palabras torpes
porque necesito decirte que te quiero,
al tiempo que nos aprieta sin remedio,
a algún que otro misterio.
Te invito amor, a bailar la vida conmigo.                                         



jueves, 23 de julio de 2015

Llega el pasado que nadie quiere.

Tu silencio, tu bruma,
la ciudad entera gritándome el fracaso,
tu carne disecada, mi manía por volverte a vivir,
mi manía por rescatarte del dolor como si no fuera ridículo
por demás actuar como un súper héroe en estos tiempos de soledad.
Como sí no me bastaran los intentos fallidos de vuelo y los besos por telepatía
y las otras falsas cualidades que he tenido que inventar para alcanzarte un poco.

Llegar a ti es fácil, 
lo difícil es derrotar a tus escudos y al pasado,
tocarlos no es suficiente y abrir fuego 
en contra de ellos es impensable;
no puedo ser como tú, que disparaste a quemarropa
y envolviste mi cuerpo entre arena y hojas secas 
para que nadie se enterará de mi muerte
antes de poder decirte que me rendía.

Ahora evadirte resulta más fácil, 
encontrándome entre el amor de los espejos,
bailando en el suelo que limpiaste con tu llanto,
haciéndome de nuevas cicatrices que no se parezcan a las tuyas,
entonando canciones que no tengan tu rostro ni tu aroma ni tu voz.
Huyendo, pero sólo para regresar a mí lado aunque tenga que dar mil vueltas,
no importa, siempre ha valido la pena verme al otro lado de la calle sin ti
y recuperarme ha sido el bálsamo y el remedio para no impedirme los sueños.

Lo sé, no supimos más de nosotros
porque este abandono abrió abismos
para cualquier esperanza,
y tú te quedaste sin palabras.


lunes, 13 de julio de 2015

Orgullosamente triste (No al final).

Me declaro orgullosamente triste,
un breve suspiro de tu pecho cuando
acordándote de mí te viene la asfixia
porque te ahoga el aroma 
de la flor abierta de mis labios,
triste porque es la palabra que aprendí
a deletrear mientras en el amor te hacías pequeño
y yo grande para despedirme sin puños de tierra
ni ataúdes de plata y sal.

Me declaro triste y con memoria
porque sin ti las sirenas no avisan las mañanas
y los relojes se apresuran en la marea de mi sangre
lumbre y mis ojos mojados por tu lluvia lejana.

Lo recuerdo: tenías los ojos más lindos del mundo
y yo la sed para que en ella lloraras tu soledad,
ahora es imposible mirarme en tus dos posos oscuros.
Fuimos felices -Me dije un día- 
y luego te lloré un martes y otro martes
y de pronto el lunes hice un final;
el que pude entender porque las horas me hablaban
de lo que iba a ser mi cama sin ti.
El final que dicté porque
me resultó más fácil herirte 
que rescatarte del olvido.

Triste porque una noche me abracé
a tu desgracia para poder dormir
 y tuve que sonreír para dejarte atrás
de todas las veces que inventé
que te pertenecía
o peor aún
que tú me pertenecías a mí,
triste con todos mis intentos
por evitarte en el amor,
triste porque lo conseguí, 
feliz a veces, feliz sin ti.




martes, 7 de julio de 2015

Un deseo por cada gota de lluvia.

Te deseo un día nublado que profane tu corazón,
que te impida accionar los recuerdos acerca de mí
y me olvides, mientras me ves llover por tu ventana.

             Un día nublado como los que se asoman 
              entre la tristeza de mis ojos y mis ojeras 
              convencidas del insomnio como remedio
             para continuar inventando tragedias.

Un día nublado que te enfrié el pasado y la playa
en la que estuvimos juntos, la playa que nos amó
y que tú y yo depreciamos porque éramos desierto.
              Te deseo la valentía para caminar bajo la lluvia
               entre la ciudad hambrienta de corazones rotos
               y deseo también que puedas escapar de ella 
               en tus días de grandes penas, como yo lo hice.
Te deseo una armadura para las noches interminables
que habrán de protegerte cuando vuelvas a recordarme
como lo que fui: un vaso de sangre, un puño de clavos,
la miel derramada en la comisura de tus labios, un adiós.
Y que puedas desnudarte sin pensar que mis dedos estarán
para tocarte o la música de mis abrazos para arrullarte 
el cansancio y las ganas de escribirme versos en el pecho.
                    Que no te alcance ningún vidrio roto cuando rompa 
                    a gritos las ventanas de mi casa porque ya no estás,
                    que no logres escucharme y que mires hacia arriba
                    cuando me desangre la piel por acariciarme sin ti,
                    que no percibas mi aroma cuando esté con otro,
                    que no descubras que te echo de menos en julio,
                    que tampoco sepas que mucho de lo que te deseo
                    lo deseo para mí también.




martes, 23 de junio de 2015

Y entre las líneas de la locura.

Probablemente aún sostengas en tu mano
la mitad de mí cordura,
la que tanto amabas porque no había caos,
la parte de mí que consolaba a tus amantes,
el lado absurdo de mí que te encontraba 
enamorado de los días azules 
que no hablaran de nosotros.

Te resistes a soltarme, lo sé,
he caminado de puntillas en tus sueños
para que no me sientas y aún logro verme
como un clavo negro atravesando tu carne,
no te culpo, no me culpes,
recuerda que la primera vez que te besé
me volví la comisura de tus labios,
las grietas de tus manos, tu sabor,
tu aroma, tú última página. 

Me resisto a soltarte, lo sabes,
pero a diferencia de ti 
yo no tengo ni todo ni la mitad,
sólo tu fantasma que cada día
se diluye entre los días de sol
y los escasos días nublados 
que me insisten en tener ``saudade´´.
Y no vienes a mí si no te traigo
y los restos de tu piel sobre la mía
desaparecieron cuando me vi volver
invicto de tu guerra.

Probablemente aún no sepas de mi redención
ni tampoco de la otra mitad, la de mi locura
que vive a la orilla de mis sueños
observando como resucito
a cada instante
a cada pulso,
a cada
nuevo
amor.


miércoles, 17 de junio de 2015

Nada está perdido.

Yo también me arranqué el corazón del pecho,
yo también me hice a un lado y te hice libre y
te hice un hilo de sangre para apretarme el cuello,
yo también morí, como tú, como lo que fuimos.
Curiosamente la muerte te saludó a tu primero
a mí me quedó ve tu belleza en la desgracia
porque elegí seguir viviendo: me prefiero sin ti.

Hoy visité al amor y lo encontré triste,
me contó que la ciudad ha sido golpeada 
por una sombra ennegreciendo el gozo 
de los que en silencio aman,
apuñalando espaldas con abrazos 
que ya nadie quiere,
despertando soledades 
y avivando fuegos inútiles.
Y yo, 
en un instante me olvidé de ser, 
de quedarme, de besar, 
de armar palabras 
que no se repitan 
en la espiral de la nada,
de tu nada, 
de cuando eres nadie, 
de tus trizas, de mis trizas,
de la frágil locura 
que me envuelve
en metáforas y sueños.

Pero uno nunca sabe lo que puede
encontrar a la vuelta de la esquina,
un ramo de flores que hablan,
el rumor envolvente del suelo
que dice -baila, vete, regresa,
quédate, baila, resucita, ama.

Y a amar entonces.



martes, 9 de junio de 2015

Esto no es una bitácora: por si acaso eso del amor.

                                                                       Por si acaso es eso del amor.
Primer día de junio del 2015. 
Esto no es una bitácora,
pero en cada segundo de mi pulso apareces,
y eres muerte o tristeza o recuerdo, 
palabras que observo entre la niebla que dejas
y el horizonte que miro cuando te veo alejándote de mí.

Segundo día de junio del 2015.
Esto no es una bitácora,
sin embargo mi memoria se quema 
porque ya ni tu sombra se apiada para abrazarme,
es por eso que voy dejando cenizas 
en los pasos que doy y los que da tu recuerdo.

Tercer día de junio del 2015.
Esto no es una bitácora,
es sólo que mi realidad necesita saber 
que hoy desperté sobre la luna de tus sueños 
y me duele la altura como sé que dolerá la caída,
ya ha pasado, tus ilusiones son un duro suelo.

Cuarto día de junio del 2015.
Esto no es una bitácora,
es un puño cerrado que golpea de la misma manera
en que lo hace tu abandono y el mío y el del mundo,
mostramos una indiferencia absoluta ante los desastres:
el primero, quererte y no poder soltarte.

Quinto día de junio del 2015.
Esto no es una bitácora,
es una ecuación en la que no entro yo
ni la suma de las veces que te dolió el pecho 
porque me creíste un presentimiento de amor,
te entiendo, yo dejé de quererme para adorarte.

Sexto día de junio del 2015. 
Esto no es una bitácora, 
es el final mal escrito sobre mi corazón 
que se ha vuelto una triste hoja en blanco,
de pronto algún intento de amor escribe su historia,
pero mis lágrimas deshacen las letras y vuelvo a ti.

Séptimo día de junio del 2015.
Esto no es una bitácora, 
es un pedazo de libertad malograda y absurda,
un mar en el que me ahogo porque no está tu balsa, 
ni tu cariño, ni tus ojos cerrados cuando te besaba,
queda pues naufragar a solas y no en el placer de tu boca.

Octavo día de junio del 2015.
Esto no es una bitácora, 
es otro día nublado que refleja cada una de tus ausencias,
es la lluvia que no cae porque al cielo le aterra mi llanto, 
es la melancolía gritando tu nombre y callando tu regreso,
Soy yo de pie ante las ruinas, deshaciéndome de ti. Adiós.

jueves, 28 de mayo de 2015

Te espero a la vuelta de mi vida.

Te espero a la vuelta de mi vida
ahí donde sé me olvidan las cosas importantes,
donde mi corazón se ha vuelto la puta de la esquina,
donde los hombres vacían las historias absurdas de sus días,
ahí, justo donde alguna vez estuve 
y me viste en la quietud de la nada
y te detuviste para regalarme flores.
Te espero en ese sitio,
donde aún crecen lirios en los charcos,
donde el pasado es una ofrenda a la mentira
porque amarte fue derrotarme a mí mismo
y tuve que mentirme tantas veces 
para levantarme
que dejé de creerme 
aún cuando decía
la verdad.

Te espero a la vuelta de los vasos rojos,
de los espejos sucios con años azules,
del aroma de tus manos que ahora sudan mis manos
cuando la soledad se vuelve un semáforo en rojo
o cuando un extraño se detiene a preguntarme la hora.

Te espero siempre,
como la última carta que te hizo creer 
que iba a volver mi fantasma o yo,
lo que apareciera primero.

Te espero a la vuelta de mi tristeza
que es exactamente igual a la tuya,
tan llena de cicatrices y canciones frías,
tan repleta de amantes y de insomnios,
tan lejos de ti y tu apego a la vida.
Te espero a la vuelta de un suspiro
que no sea el mío sino el de él
y el de todos los culpables,
te espero a la vuelta de tu aliento
del primero y del último,
de tu despedida, 
de tu tu abismo,
de mi abismo.


viernes, 22 de mayo de 2015

Saber que eres tú.

Estoy enamorado de mis ojos
cuando te ven volver,
resucitas la luz con tu cuerpo
por donde quiera que pases,
especialmente cuando 
estás por llegar a mí,
te acercas más
y ya no me asustan las derrotas
ni los monstruos en las calles,
ni el sol de medio día que quema
cuando no está abrazándome tu sombra.

Estoy enamorado de los aciertos
y del orden que causan tus manos
cuando tomas las mías,
parece que dicen que estoy a salvo,
otro acierto más, y acomodas mi vida,
mi rutina, mi sonrisa.

Y así
inesperadamente,
te beso,
me anclo a tu boca 
y me enamoro de la mía 
buscando palabras para no prohibirte nada,
para que equilibrarme en tu pecho 
y encontrarme o descubrirme 
una y otra y otra vez 
pero siempre en ti.

Estoy enamorado de mi optimismo,
del remanso que provocan la mañanas
cuando mi piel se despierta con tus ecos,
porque sé que tu sangre grita mi nombre.
Estoy enamorado de mi mal humor,
de mi buen humor, de los sentimientos
cotidianos, de las emociones vivas,
de las emociones muertas,
enamorado de sentir,
sentirlo todo a tu lado.


 



jueves, 14 de mayo de 2015

El día que la libertad se declaró por sí sola.

Yo me quedé albergando tanta melancolía
que hoy que quiero decírtelo, 
me refiero a lo que nunca pude,
se me hacen los labios un nudo de excusas
solo para no desperdiciar este día nublado
y seguir contemplando mi tristeza.
La tristeza que conseguí tras verme roto en el espejo
y verte a ti atrás de mí, roto también de tanto desamor,
palabra que pensé jamás pronunciaríamos,
palabra que pensé jamás en escribir.
Lo que si puedo decirte es que mires dentro de ti
todas las huellas que dejé de nuestros encuentros
y las tires por la ventana de tus ojos, ya no te servirán,
yo hice lo mismo tiempo atrás y con el paso de los días
te fuiste convirtiendo en una balsa navegando lejos 
en aquella playa donde nos escribimos juramentos
entre la arena y la arrebatada manera de hacernos el amor.

Lo que si puedo decirte es que me liberé de mí,
de mi miedo a perderte, de las noches sin ti,
de engañar al tiempo haciéndole creer 
que estabas aquí conmigo, 
lo que si puedo decirte
es que también me liberé
de ti.

De vez en cuando tropiezo con un amor 
parecido al tuyo y del tropiezo, la caída,
pero ahora levantarme lleva consigo 
mis alas que una vez intentaste romper 
imaginando que algún día volaría 
y no te llevaría conmigo.
Los siento mi amor.
No puedo decirte que la libertad 
se declaró por sí sola,
que ya no te culpo de mi mal sueño,
ni de mi futuro insistente por el tuyo,
que ya no fumo por las noches 
para no traer tu sabor al mío,
que apago la música y cierro los libros
que hablan de ti 
porque eso sería
como poner punto final
y recordarte se me ha vuelto un vicio.


miércoles, 6 de mayo de 2015

la desazón en un tiempo.

Te cuento esto 
porque no he dejado de buscarte,
la vida me escupe en un sueño la sangre de tu corazón
y soy yo quien renuncia a todo lo que no sea tu rojo.

Podría decírtelo de otra manera:
que los dos morimos en el accidente 
del abrazo,
que tu muerte golpeó mis noches
y las volvió un lienzo de penas
en las que dibujo tu rastro.
Que un día amanecí 
con la piel envenenada 
por tu saliva,
que no morí,
pero que terminé
pareciéndome 
a ti.


 

martes, 28 de abril de 2015

Marcharme es un intento fallido.

No me mires,
no me llames,
no llames a la puerta de mi corazón
que se ha vuelto un espejo
donde ahora tengo que mirarme sin ti
pues ya ni mis ojos cargan con tu reflejo.

-Te estás yendo poco a poco.

No busques entre tus infiernos mi fuego,
ni mis cenizas, ni la sangre seca que quedó
tendida en el suelo cuando salté a la suerte
de tu abandono.

No pienses en mí,
no me sueñes,
no atravieses el pasado
con tus penas
para venir a mí
porque ya no estoy,
ahora soy yo el que se ha ido 
luego de tantos vidrios rotos,
de tanto armarme el corazón
y desarmarlo para antojo del tuyo.

No me recuerdes,
no te fíes de mí,
no me hagas referencia 
de un amor que inventó palabras
de consuelo para evitar tu soledad,
que yo solo hablo de ti en los días
de viento para ver como también
se marcha tu nombre 
con todo 
lo que 
amo 
de ti.
 

sábado, 18 de abril de 2015

Me rindo, mi amor.

Yo estuve aquí, amor,
te sostuve en mis manos
como a un hierro ardiente.
Me rindo.

Tuve que tenerte para adorarte,
tuve que abandonarme para tenerte,
tuve que echarte de menos para sumar
melancolías de medio día,
y nunca te encontré a las tres de la tarde,
no estuviste en la parada del autobús
ni en el salón de clase,
ni en los labios de ningún bar,
tampoco en mi corazón que habitaba
todo lo que significabas y a veces
me obligaba a que no fueras nada.
Tuve que perderme en tu otoño
para irme al invierno
porque en mi cuerpo había un frío
que lastimaba al no acariciarme
y era cuando tenia que rendirme,
amor, me rindo.

Hoy tengo tu retrato y no es el mismo,
te persigue la muerte casi como a mí:
nos dan los mismos dolores,
nos golpean los mismo recuerdos,
nos seducen los mismos ardores
porque tuvimos las mismas penas
y cargamos con la sombra del desamor
hasta terminar pareciéndonos,
a eso pues, ahora le llamo querernos,
-Con algo me tengo que conformar-.
Porque si tuve tu cuerpo sobre el mío
y a besos escribí sobre él mi futuro,
al no tenerte me aprieto el cuello
a solas y lloro a escondidas,
y camino lento por si de pronto
te da la gana alcanzarme
o por si se acerca la memoria
de cuando me hacías el amor
sin que yo te lo hiciera
y se me haga agua la boca.

Pero me rindo, amor,
en verdad no puedo más,
estuve gritando tu nombre tan fuerte
que la ciudad me abofeteó sin ti
y me hizo guardar silencio
empequeñeciendo los días
en los que la soledad se parece
a tu boca besando mi boca,
a tu piel escurriendo una canción
de amor sobre mi piel,
a mi reflejo,
cuando mirándome al espejo
repito mil veces
-Me rindo-.












martes, 14 de abril de 2015

Enrique

Enrique
pondré una nota bajo tu almohada
donde dirá que mis hijos llevarán tu nombre
y nunca la leerás
ni sabrás que en tu cuerpo
al fin supe de mi cuerpo,
ni que fui yo quien te convirtió en mi patria,
mi casa, mi bandera, mi regreso a casa.
Olvidarás la fecha en que me hundí en tu silencio
y si acaso, recordarás mis labios como testimonio
de un beso que gritó alcohol y sal en los tuyos
o la vez que desabroché tu camisa para susurrarte
en el pecho que amo los lirios y los geranios.

Abriré respuestas como he abierto las cartas 
que jamás te he dado,
me diré -Su nombre es un oasis-,
y me iré haciendo un desierto inmenso
lleno de olvidos inmensos
y de vez en cuando te invocaré
pues serás lo único que no olvide.
Serás la canción herida,
mis llanto de un martes,
mi culpa cuando me ahogo
a solas en la noche de arena
y soledad.

Enrique
cien veces tu nombre en mis manos,
así me acaricio y te veo y te siento valiente 
para decirme que hoy si quieres el amor,
que si combinan las letras de mi vida con las tuyas,
que ya no contaremos los abrazos para no morirnos
cuando nos echemos de menos,
que me echas de menos
y detestas verme llorar,
que no quieres mi tristeza
sino mis pasos para andar
de la mano conmigo
dándole al destino
razones para amar.




jueves, 9 de abril de 2015

Apuntes del adiós.

Que yo no supe defenderte,
que te aterraba la noche y las estrellas
y que yo las miraba con amor,
el mismo amor con el que miro al pasado.
Que no estuve en tu pasado,
que no te incluí en mi sudor
ni en mi placer
cuando el amor
no era contigo.
que yo no fui a tu resurrección,
que no entendí que quererte
era un grito para despertarte
de las pesadillas que te mataban
porque te imaginabas solo,
que nunca supe de la soledad.
Que un día me ahogué de amor
y tú no quisiste salvarme,
que también naufragamos 
sin esperar la salada muerte.
Que mis brazos eran para abrazar fechas
y ecuaciones donde no tuviera que verte
aunque me doliera estar un minuto sin ti,
-Que aún me duelen los segundos sin ti-.
Que un día me marchité en tus brazos
y mi sed se quedó escondida entre 
tus ojos y por eso dejaste de llorar,
que yo me sequé por dentro y por fuera
cuando descubrí al amor dando vueltas
por los sitios donde nos odiamos,
que olvidé odiarte
y recordé quererte,
que hoy te quiero,
que me prefiero a mí,
que no te busco más,
que al fin me encontré.





jueves, 26 de marzo de 2015

Pero me descubres el amor.

No he podido decirte
que cuando me besas
anticipo el vuelo de las aves 
que van de regreso a casa 
o el abrazo de un jardín al sol,
y como resultado llega la fortuna 
de encontrarte en la mañana frente a mí
bebiendo el café de las siete y media,
haciendo planes sobre el día que va a transcurrir
y los que sin planear hemos contado con abrazos.

Te escucho hablar
y eres el mismo que en mis sueños
solo que más guapo,
intento que no le descubras a mi boca
las veces que ha pronunciado tu nombre
y sonrío, imitando el gesto que haces
cuando me tomas de la mano en público,
con esa complicidad amorosa.
Y te digo que te necesito
sosteniendo la taza de café
como sostengo dentro de mí
las ganas de arrancarte los orgasmos
y los sueños para estar dentro de ellos
y quedarme por si la vida allá afuera
me desprecia el romanticismo.

Tenemos que despedirnos
del café y de nuestra historia,
porque sabemos que más tarde
hemos de continuar escribiendo
tus horas y mis eternidades,
me besas y un abrazo se nos queda
sin apagar la sensación de completarnos,
amándonos así conseguimos la victoria. 






viernes, 20 de marzo de 2015

Y entonces volver.

Hemos atravesado la noche
partiéndonos la cara a besos,
violentando al pasado
porque volvimos de dolernos 
de nuestras fronteras inútiles,
inútiles pues nos tenían lejos
y por hoy los minutos 
nos tienen amándonos con la rabia
que provoca el abandono injustificado.

Y yo, cariño,
siempre te tuve cerca
-aunque no me lo creas-,
había arrancado antes un trozo de tu corazón
para guardarlo en mi mano ante el caos anticipado,
quedándome con él y con la sangre derramada
que me hacían recordar las veces que sangraste
cuando te abofeteaba el alma por mirar atrás.

Pero aprietas mi cintura con tus manos
y yo aprieto a la noche con mi deseo,
me dices que volver a mí
es abrir un cofre nuevo,
que dentro de él habitan
las caricias planeadas,
los besos inquebrantables,
los suspiros que curan,
los adioses inevitables.

Y el dolor tan bello que provocas estando dentro de mí
me hace pedirte más para quedarme con lo poco de ti.

Sé que te irás a donde te llame el egoísmo,
que conmigo el calendario se detiene 
y que un roce de mi mano te vuelve mío,
que los días me pertenecen como tú
me perteneces a mí,
que soy yo el egoísta,
que no puedes conmigo
ni con mis fuerzas
cuando intentas soltarte,
que tengo que dejarte ir
para extrañarte,
que volverás,
ciertamente
volverás.





  

viernes, 6 de marzo de 2015

La última espina.

Te escribo ya no para dejarte ir. 

Tu libertad ya no me aterra,
cualquiera diría que es imposible
porque no tenerte es no tenerme a mí.

Escribo que me imagino a tu lado
bailando entre los puentes y las calles
que nos vieron tantas tardes
apostando caricias y besos en público,
pero luego la noche te aleja tanto de mí
que el tintero es aplastado
por una tristeza irremediable
y esa misma tristeza me aplasta a mí
empequeñeciendo también mi corazón.

Y lo minutos son una orgía pero sin el placer de verte.

Me extravío entre las palabras y las excusas
porque me acuchilla cada letra que te ama, 
como si se estuvieran vengando de mí 
por no haberte dicho una vez más
que tú eras el héroe de toda las historias
incluyendo aquella del amor sin fallos,
que yo así era feliz,
que valía más un perdón que un después,
que contigo siempre era un después,
que mi muerte pudo haber sido tu huida,
y mis escombros tu suelo.

Pero la verdad me destroza las mañanas 
y me regresa a lo que fui antes de ti.

La locura a tu lado me quedaba hermosa,
ahora una mueca es una mala idea 
para decirte lo guapo que te ves en mi sueños
sabiendo que al despertar llegará el delirio  
como una resaca o como un indicio de tu olvido,
algo que sigo escribiendo en el papel de tus penas
para darle la bienvenida a las mías 
y no recuperarme sin antes
secarme el llanto que dejaste
en los huecos de mis lagrimales.

Camino de puntillas para no despertarte
aunque a veces despierto yo primero
y lo primero que veo es mi carne
sin tu carne,
lo más parecido a una pesadilla
clavada como la última espina,
y te lloro en silencio
acabando con la tinta,
con todo lo que escribí
por intentar salvarme
y entonces me consumo
sin sujetar tu mano
o alguna promesa
arrodillada.

Aunque logre escribir
un poema más,
nunca podre decirte
que un día te escribí 
en la espalda mi recuerdo
para quedarme contigo, 
hasta que confesarás
que lo mejor era 
que no te esperara.
No te borraste
la piel amada es indeleble,
pero es necesario hacerte saber
que soy yo quien he estado
desapareciendo por tu bien,
para que un torso te imprima
otros amores sobre el mío. 




miércoles, 25 de febrero de 2015

Te percibo, mi amor, te presiento.

Mi amor,
a veces eres un presentimiento 
que hurga en mi pecho 
buscando los días en los que te quiero
y otras veces te quiero tanto
que nos adivinamos 
la melancolía desde lejos,
tú en alguna de tus fronteras 
yo en las calles rotas de mi ciudad sin ti.

Te percibo como un hombre triste
que atraviesa la puerta del desamor
solo para seguir triste,
pues sabe que amar es sumarle 
tragedias a los días porque así lo aprendió
de niño cuando perdió la ilusión al soltar
su globo al viento con la esperanza
a que lo trajera de vuelta.

Mi amor,
quizá por todo esto
también te siento, 
mientras miro a dos enamorados
besarse símbolos y juramentos con las manos
o cuando miro a una mujer sostenida al reloj esperando 
a ser rescatada por otra mujer de hombros fuertes
o al chico que viste de blanco para no volverse una ausencia
y amar con la certeza de una nostalgia que permanecerá
por siempre en los siguientes amores.

Te percibo en el vuelo de los pájaros
que van cantando el regreso a casa,
como alguien que camina con la espalda
frágil esperando un par de alas 
para poder  huir,
como una ecuación donde entra 
buscarte cuando te escondes para llorar
y encontrarte cuando te descubres sonriendo
frente al espejo porque es a mí a quien miras
en un cúmulo de anhelos.

Te percibo,
mi amor, 
como una brisa de sal
cuando te lloró por dentro,
justo en el momento en el  me piensas
y me da por empaparme de ti por fuera
como una lluvia que no cesa
porque también pienso.







martes, 24 de febrero de 2015

¿En que momento al destino le dio por palpitar tu nombre?

Tomas mi mano,
en el parque, en el cine,
en mi casa,
en las calles donde anduve solo
repitiendo gestos de la gente 
porque no estabas tú apretándote los labios 
para no gritarle al mundo que soy lo más bello que eres,
que conmigo solucionas guerras y conflictos,
corazones heridos y rostros tristes. 

Y yo aprieto mis labios para preguntarme 
¿Que hizo mi corazón para que llegaras a mí?
¿En que momento al destino le dio por palpitar tu nombre?
Para que al abrazarte destapemos atardeceres y horizontes
tan bellos como el color que hacen tus ojos cuando me miras,
o cuando dices, que hay una explosión por cada una de mis caricias
y que el fuego se propaga cuando después de mis dedos siguen mis labios
protegiéndote de que se te rompa el corazón cuando tienes que volver a casa.

Tomas mi mano,
anunciándole al futuro todas las canciones
que vendrán y no tienes miedo, 
llevas en tus días la nota perfecta
que nos arrulla cuando nos hacemos
los sueños y el amor,
y en tu pecho describo las veces
en que te amé sin saberte,
las noches en las que canté 
nuestra canción para imaginarte. 
                                                  Hoy eres tanto 
                                                      que abrir los ojos para verme
                                                               en los tuyos me hace valiente.
                                                                                               

viernes, 20 de febrero de 2015

XVI - Los que tienen el corazón dislocado.

Pertenezco a la estadística
de los que tienen el corazón dislocado.

Un día fue tanto tu peso que cuando te machaste
me obligue a cargar con lo que quedaba: dos amores tristes,
cuatro abrazos que no se hicieron justicia y cien bocas
en la mía que me abandonaron a la suerte de tu recuerdo.
El tiempo me hizo dejar sonrisas
en la otra esquina de la ciudad
para llover estrellas fugaces en las mía;
y al cielo le dio por mirarnos 
de otra manera, 
a ti en la casa del amor, 
a mi en las ruinas de la mía.
 
A veces camino despacio
ya no por esperar a que me alcances,
sino porque me duelen los hombros
con tus despedidas diarias,
y la frente en alto es una simulación, 
pues nadie sabe que cargar con tus sueños,
con tus canciones y con todos tus guiones
es tan triste como el lastre que llevo en el alma. 
Y me imagino todos los abismos  
entre los amaneceres y las tardes huecas
donde te sigo extrañando, 
preguntándome, 
porque se de tantas ausencias 
y tú de tantos amores. 

Y aunque te he visto caer, 
yo me hundo en el silencio que dibuja tu nombre
y aprieta mi garganta para no pronunciarte
cuando me estoy muriendo de amor por despertar.
Sin saber que este amor es para mí y mis pasos lentos,
para mi cuerpo y sus cansancios,
para no tener sed en mi camino 
donde tu peso 
finalmente 
poco a poco
se va diluyendo.
  

miércoles, 11 de febrero de 2015

XVII - Nacer con el corazón roto.

Por suerte los minutos anuncian el olvido,
y desde este montón de penas
le hago el amor a tu fantasma.

¿Sabes lo que intento decir?
No estar contigo acumula escombros
de todos los desastres en los que nos amamos
y camino sobre ellos, ya no para llegar a ti
sino para hacer otro intento
por volver a correr sin huir,
por bailar sin temor a que te marches
porque te duele ver como me ama el aire,
a elegir un día de sol en el parque a una tarde gris
que llora conmigo cuando miras por la ventana
esperando a que el viento te empuje a él 
y  a otros amantes que no hayan nacido
con el corazón roto
y el reloj a tiempo
como yo.

Que sin ti
reconozco a la gente que se ama en las calles
y con la mirada les deseo un buen día
y cedo mi siento en el autobús con una sonrisa
a los que veo cansados de estar solos o llevan un secreto
entre los labios,
y entonces también soy ellos y los amo como ellos aman,
con la rabia de una ciudad que lucha y resucita
de la misma manera que lo hicieron los que pensaron
que iban a morir de amor algún día
 y al final descubrieron que solo era un resfrío.

Pero también te amo
¿Ya lo entendiste?
Yo, quien rompe la rutina con belleza,
y en las manos cargo flores 
que no se marchitan,
cartas sin malas noticias,
palabras simples que matan
el dolor del silencio. 
Y por eso también te amo,
te sueño, y acuchillo mi duelo
para llenar mis heridas de las tuyas
comprendiendo que mirar atrás 
es únicamente
para mirarte a los ojos sin que estés,
tomarte de la mano casi sin sentirte
y entonces,
no enfermarme de tu pasado
se vuelve más liviano,
se desvanecen las ruinas 
aunque te siga amando.

                  Lo voy a conseguir
                    estoy volviendo a mi
                         y que bello es el triunfo.
              









martes, 10 de febrero de 2015

Y sepamos del reloj y los atardeceres

Te desvistes y me invitas,
llevas un jardín en tu carne 
y yo florezco antes de tocarte;
contigo nace la primavera.

Y me desnudo lloviendo el amor 
que nos inunda para cuando 
nos estemos muriendo de sed 
un día cualquiera, 
bebamos de nuestros manantiales
y sepamos del reloj y los atardeceres
que nos precipitan a buscar 
el recuerdo de las noches
donde hemos renacido.

Subes a mi pecho 
después de gastar tus besos
en mis piernas 
y lloras,
porque no haz sabido racionar 
tus labios para mis labios
y me estremece decirte
que soy más besos que palabras,
mas caricias que manos,
más de lo que eres dentro de mi
porque guardas las certezas  
de vivir y morir abrazado 
al futuro al que te invito.





miércoles, 4 de febrero de 2015

Un millón de horas abrazado a ti

llegas de noche,
como siempre,
con los brazos y los sueños tan abiertos
que abrazarnos pronto se convierte en verdad.

Te cuento mi día a besos
haciéndote entender
que hoy,
me hiciste tanta falta
como el primer día
en que te despediste de mi
diciéndome con tus ojos que conmigo
escribirás la historia de todas los días
que nos quepan en el alma.

Y tú me amas
así, con lo que somos,
convirtiendo las mil maneras
en que te extraño,
en un millón de horas abrazado a ti,
pidiéndome que no te suelte
porque estás a punto de abrir el cofre
de mi alma para llenarlo de la noche
que nos mira amándonos.

Nos llenamos de juramentos,
cartas y canciones
y no hacemos preguntas;
eres tú el que me toca
y cada caricia alimenta
las mías,
soy yo el que te toca
y los misterios brillan
en todos los sitios
donde somos uno.

No hay necesidad
de volver a ti,
porque siempre estoy contigo,
tienes todos mis refugios
en tu cuerpo
y solo en ti puedo hacer
de nuestro amor un nido.





 


miércoles, 28 de enero de 2015

Pronosticar el amor contigo fue terminarlo.

Que abrazado a tu pecho
logro definirme,
darme significado,
-como aquella noche por ejemplo,
que me nombré un río de ausencias,
un río del que nadie bebe
por temor a ser contagiado
de esta extraña enfermedad;
la de llorar a diario
abatido entre saber si lo que hay en mi cuerpo
es angustia o melancolía,
angustia por justificar que es el mundo
el que me preocupa y ya no tú,
o melancolía porque siempre supe
que mis hilos iban a romperse
y a dejar de sujetarme de tus dedos
-Libertad, le llaman muchos-.

Que amándote desde mi derrumbe
sin hacer otra cosa más que contemplarte
no es justo para nosotros ni para nadie,
la ciudad nos mira para ver quien cae primero
y yo, siempre conté los minutos
para verte desaparecer sabiendo que si lo haces
también yo desapareceré,
aunque no contigo, pero si con tu recuerdo,
a cualquier otro sitio que no nos recuerde
que siempre fuimos un calendario
donde se anotan las tragedias
y que enero fue la del círculo rojo.

Que nos llenamos de catástrofes
y a mi ya no me cupo el llanto en los ojos
ni tormentas en el corazón,
que tú ya tenías un refugio
porque habías pronosticado el final
cuando haciendo el amor te diste cuenta
que me era imposible ser tu barca
para llegar al otro lado
y yo nunca te dije lo contrario.

Amor mío,
que te amé tanto,
debí haberte advertido
que la salvación la tenías en mis huecos,
logré llegar a tierra firme
y te vi,
ahogándote entre lo que significa
estar conmigo y ser un náufrago.



viernes, 16 de enero de 2015

La última noche juntos o el inicio de la devastación

Amor mío,
tienes que saber que sin ti 
respirar sigue siendo un triste fastidio,
que hoy abrí la ventana de mi habitación
esperando tu sonrisa con un viento nuevo
y la bruma de la ciudad que un día nos amo tanto
me borró las intenciones 
invitándome a un suspiro que me hizo volver a tus brazos
aunque estuvieras en contra de ello y fueras un fantasma
como antes, como siempre.

Que hoy, hace trescientos sesenta y cinco días
cerraste la puerta antes de que pudiera entrar
herido de muerte
y no te dio la gana curarme;
-Espero curarme de ti  -Me dijiste a lado Sabines-,
maldiciendo mi amor y el tuyo y a mí y a lo que eramos 
sin que yo me enterara de que estabas enfermo.

Después le anunciaste al cielo que te había devuelto
mi espalda sin alas
y yo, entonces 
tuve que repetirme en otras bocas
y en otros sexos para poder volar,
pero nada resultó suficiente porque 
nada se parece a ti ni a mi vuelo.

Y ahora vivo exigiéndome perder costumbres
como las de no llamarte, ni buscarte en los sitios 
donde fuimos un incendio de besos 
quemando pasados dolorosos y corazones afligidos.  

Amor mío tienes que saber
que sigo teniendo la misma expresión en el rostro
de a quien se le abandona a las nueve de la mañana,
como tú lo hiciste conmigo como cuando desenterraste
el odio para colocarlo junto a mi almohada para volverme
un pasado herido. 

Hoy es preciso que sepas
que yo, esa noche,
llevaba en los ojos una carta para firmarnos la paz
y sin embargo todo acabó con una ruleta rusa
siendo tu amor una bala a quemarropa 
para las esperanzas de permanecer a tu lado cuidándote, 
salvándote del maremoto de tu llanto, bebiendo de el 
para hacerte del corazón un verano;
y una vez más, no fue suficiente
no tuve tácticas.

Sigo siendo el mismo y me repito,
y he tenido que repetirme en otros labios que no son los tuyos,
en otros ojos que no resultan suficientes para calmarme el caos
que dejaste cuando aprendiste que el amor se multiplica en otro
nombre y en otros ojos que sin ser los míos te convencen al punto 
de dejarme agonizando entre tus mentiras y las mías.

                                                                                              Tuviste que irte y 
                                                                                                   mi corazón en ruinas
                                                                                                        te reclama en las noches
                                                                                        más absurdas,
                                                                                                            cuando menos pienso en ti
                                                                                                          pero que es cuando más 
                                                                                                     te necesita mi cuerpo 
                                                                                                                  que te extraña.                                       

jueves, 15 de enero de 2015

Pero me prefiero contigo.

Me abrazo a ti 
y olvido todos los años que he vivido
de paz a guerra entre el consuelo y el recuerdo,
me vuelvo niño, nostalgia, historia, tu amuleto
y te digo
que dentro de mí
existen tantas posibilidades para quedarte
como lágrimas para despedirnos por siempre.

Y de pronto pasa, ya ha pasado,
te das cuenta una vez más del color de mis ojos
y evades cuanto amor nos devora
preguntándome si hace frío,
si ya es media noche, si he llorado,
y me dices que te duelen las manos
de tanto acariciarme  y te detienes
y me das las espalda y yo te sostengo
con mis dedos para protegerte del abismo.

Y te extraño de inmediato
estando en la misma cama,
en la misma noche que le grita
a tu cuerpo cansado que mi espalda
está agotada de tanto cargar 
con tus silencios
y te amo sin abrir la boca
y me pides que cierre los ojos y todas
mis puertas para que no puedas entrar 
porque le temes a los anuncios de salida.

Regresas a mi,
dos minutos me han envejecido
y me pides perdón abrazándome la ausencia,
reparando el daño que me hago a mi mismo
por llamarte en voz alta cuando estoy a solas
construyendo tumbas para enterrar los sueños
donde te tengo conmigo y tú te tienes solo a ti.

Pero volvemos, sabiendo que hacernos el amor
con los ojos cerrados lleva la misma responsabilidad
que cuando los tenemos abiertos
y el mundo se reconstruye entre tu torso y el mío
y tú te sales de mi y yo me salgo de tu cama 
despidiéndome mientras me pongo la ropa 
y tú te quitas mi aroma para no dormir herido.









lunes, 12 de enero de 2015

Tantas veces regresaste cargando tus penas

Ya no eramos,
era yo haciéndote el amor,
consiguiendo tus orgasmos
para dejarlos enterrados en mi carne
y poder despedirte al amanecer lleno de ti
y de tu ausencia,
porque mientras te acariciaba el pecho 
tú huías a la memoria de otro cuerpo
y yo me volvía frente a ti y te mordía la barba, 
y te llenaba el cuello con mis heridas
para que conocieras la historia de mis años, 
para que cuando te encontraras frente al espejo
mirándote sin mi
supieras decirme adiós
y yo saliera ileso.

Tantas veces regresaste cargando tus penas
y las de él y las mías, que en los ojos
se te encharcaban todas las lágrimas
que pudimos llorar tú y yo al sabernos
cenizas de un incendio mal logrado
que se apagó por la humedad de quien
ya amabas mientras yo me fui haciendo
cenizas al ritmo de tu abandono. 

He llorado tanto por ti que he mirado de reojo 
las veces que me hiciste el capullo de una flor
entre tus labios 
y he visto en mis manos tu nombre escrito
para que al acariciarme obtenga como respuesta
un golpe de desolación donde existe el no te amo
y todas las demás frases que se incluyen 
al romper un corazón.

Fui de ti un reloj marcando la media noche
y tú tenías que huir,
por más que fuera el amor 
la vida para amar a alguien más
te llamaba 
porque te aterraba envejecer
entre los minutos que pasabas conmigo,
y yo venía de otros siglos donde amarte
me era suficiente pero a ti el futuro
te arrancaba suspiros y deseos donde 
yo no figuraba.

Por una vez, 
ahora logro reconocer 
que siempre fui un siglo herido,
por ti, lamento haber envejecido.