jueves, 28 de noviembre de 2013

Previo

Te abrazo me abrazo soy especifico
en los encuentros de madrugada
digo palabras para sostenernos y no irnos ni tú ni yo
ni la navaja nocturna de mi acento o la daga débil de mi voz

Me regreso a las horas previas de la noche allá
cuando estaba afuera en el frío de mis tristezas
y con los ojos en el cielo contando infinitos y silencios
repetí mi adolescencia solitaria y con ella mis manías 
contar del uno al cien y luego del cien al uno y lavarme las manos
más de diez veces al día, aprenderme los diálogos de las películas 
que veía mi madre.
¿Te acuerdas? íbamos caminando por una calle oscura 
y yo siempre con miedo y tú siempre con tu brazo envolvías mis hombros
ya sin miedo fingía terror para que me apretaras contra tu costado
y caminábamos despacio sin decirnos ni una sola palabra
hasta que yo te repetía una escena de esas películas y se te venía 
una carcajada encima y regresabas al silencio no sin antes mirarme 
a los ojos.

Luego un día ya no estábamos se incremento la embriaguez 
de nuestras soledades y desempolvamos realidades y absurdas conclusiones 
me fui para irte tú y regresamos para estar siendo uno sólo y una sola 
melancolía un sólo cuerpo un único beso de geranios
pero estuvimos mientras las grietas se abrían y nosotros teníamos suficiente
fuerza para cerrarlas para no caer al vacío y amarnos estremeciéndonos
en una mañana de abril  y en los meses siguientes que nos fueron apuñalando 
hasta que la muerte nos pidió horizontes y seguimos amándonos y hablando
de nostalgias y de futuros nos abrazamos a ellos nos quedamos siempre.

lunes, 25 de noviembre de 2013

No Fumar

Anoche te extrañé, fingí que mi alma asaltaba a mi corazón -Dame todo lo que tienes hijodeputa-, y con un cuchillo de cocina lo pinchaba despacito para sembrarle miedo y soltara todo lo que traía consigo. El corazón opuso resistencia pero comenzó a llorar, al alma le dio un bochorno ya no sabía que hacer pero también verlo llorar le provocaba encajarle el cuchillo en el centro y darle vueltas como si tratara de abrir una puerta.
No pude continuar con esa escena desperté de la locura para entrar a otra y encendí un cigarrillo para que tibiara mi noche de extrañarte y de saberte bajo el mismo cielo y bajo el mismo humo que nos une. Y el cigarrillo me consumía a mi como yo lo consumía a él y el humo no lo llevábamos al alma despreciando al reloj y las manecillas que siempre me han resultado incómodas y despreciaba mis recuerdo y me negaba a todo incluso a escuchar en mi mente una canción que me había dado vueltas en la cabeza en días anteriores.
Y encendí otro, para luego otro y que ritual de ver como la cajetilla se va quedando vacía, sola la que se convierte en nada la que se vuelve inservible, la que va a la basura en un acto de despedida para que llegue otra. Y encendí otro y el placer me daba destino y la luz mercurial que se colaba por mi ventana jugaba con el humo, el humo del cigarrillo y el humo del incendio que estaba ocurriendo dentro de mi cuerpo. Pretendía tocarme pero siempre sostengo el cigarrillo con la mano izquierda la que me da placer, la liberadora, la fortaleza de caricias, la que siempre está dispuesta. La mano derecha siempre es fría y no sabe de estas cosas a decir verdad no está entrenada para nada. Así que abandoné la idea para que luego viniera otro cigarrillo y otra sensación y otra obsesión y por ahí escondida alguna razón torturada, algún análisis, el recuento de mis años y las cartas que tengo escritas y no he podido entregar. ``Amor no fumes en la cama me decía con sus manos de la boca me quitaba el cigarrillo mientras yo dormía´´. Me acordé de esa canción -Por fin una canción en mi cabeza y la canté completita-. No era la que traía en la mente desde hace días pero me hizo sonreír. 
Miré el cenicero y ya no cabía ni una sola desgracia mas o ni un trocito de placer y yo despierto envuelto en el incendio cotidiano desde que te extraño (que es siempre) pues te extrañé.

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Me aventuré a ser un cenicero quería sentir
la brasa de un cigarrillo aplastándose fuerte
y muriendo en lenta agonía mientras yo
desde abajo reía o me complacía de ese
ardor tan potente y de su muerte frágil,
al final frágil también como yo y como
todo lo que soy sin especificar la razón
de ser un cenicero ni dar explicaciones
de su fabricación si aluminio, cristal o
ese plástico desagradable que nunca
perdura porque el calor lo deforma.
Me di cuenta que no era fácil estar
en esa posición -porque si- primero
fue placer para luego convertirse en
una infinita melancolía por ver como
uno a uno iba siendo asesinado en
mi pecho, en mi rostro, en lo que soy
pero que nunca entiendo.
Y me fui llenando de ceniza y colillas
y restos de recuerdos de los labios
que contaban secretos o algún lamento
unidos al misterio del humo gris y azul
que viaja por todo rincón incluyendo
los rincones del alma.
Así en mi posición inerte, ya por fin
sin hablar y aprendiendo mi destino
recibiendo fuego y muerte
me vi desde adentro olí el infortunio
saboree el tabaco injusto para los
corazones rotos y en esa gratitud
-porque siempre he sabido agradecer-
se me abrieron los espacios tímidos
y dulces para que pudieran caber mas
penas o también más alegrías de quien
fuma y quien conserva la ilusión del
siguiente cigarrillo que va a encender.



viernes, 22 de noviembre de 2013

Yo pensaba

Me olvide del martes lo borré de mi calendario
abrí una lata de cerveza y al primer trago 
descubrí que era miércoles. No hubo tiempo.
No contemple los días porque miraba a fondo
las cicatrices de mi mano derecha mientras con 
la izquierda empujaba ese ámbar a mi boca
quemándome las entrañas y el tumor,
-pero que mas da un tumor es un tumor y 
el tumor duele en los rincones de mis penas
y en mi abdomen, así que no distingo si es 
la cerveza o la tortura emocional que me 
embrutece. 
Y sigo pensando en donde dejé el martes
el día de mis rezos y mis plegarias y el día
de encender el televisor y beber una taza
de te por las noches. Sólo se fue entre
la inercia de mirarme en el espejo sin 
preguntarme horarios ni días ni compromisos,
viendo sólo como crecen mis ojeras y como
los labios se tornan morados a veces rojos.


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Se me enfriaron las sábanas, se me separaron los pies
-se niegan a darse calor el uno al otro-
así también el recuerdo se me separo de la razón,
y tenia contados con los dedos de las manos
momentos que van y vienen y otros que no regresan.
Dormir no es fácil sueño entre sueños, despierto entre
manifestaciones de locura pensando en beber café 
a las tres de la mañana -quizás a las cinco-
todo depende del frío de esas sábanas de ese silencio
de la ausencia de mis ojos y de los labios creando 
charcos de lágrimas para sonreír como cuando era niño.
Nada regresó la helada noche no da premios 
y yo olvido escuchar música a esas horas para 
educar a mi alma a contar despedidas sin importar
cuantos cigarrillos me fume o cuanto humo
se encierre junto conmigo en el santuario de mi habitación
donde escucho lluvia imaginaria y allá en el fondo 
pues un eco de tu voz, una palabra tibia y un
suspiro de cansancio interpretado en calor para mis
abrazos.
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