martes, 17 de diciembre de 2013

Estos días

Tengo frío tengo frío ausencia
también tengo una estrella
que arropa mis silencios.
Me callo me callo soy yo
me desenvuelvo de una tragedia
y me envuelvo en otra y en otra.

No me busco no hay estrellas
la tierra está seca adiós a las flores 
Porque se despiden consagrando
sus historias de muerte precisas
no me encuentro en sus aromas
no hay reflejo en el rocío.

Tengo hambre tengo sed cobardía
también tengo un libro escrito
que se mancha con mi llanto
me ensombrece la tinta escrita 
Me fallan las tantas preguntas
y no comprendo no explico nada.

Veo rostros que ya no son míos
no están en mis ojos sin memoria
y escurre un triste líquido ámbar
de todo ello de mis especulaciones y
desde el fondo de mis circunstancias
sigo sin rumbos a las estaciones.

Tengo angustia tengo dedos  uñas

también tengo un dulce licor mortal
que amortigua mis palabras ingratas
las que hablan de remedios astrales
no obedezco me vuelvo un silencio
un fino silencio donde soy extranjero.

Olvidé fechas horarios y las pistas

que me daba la existencia donde yo
jugaba a recordar y a inventar barcos
para navegar en un mar enfurecido 
lleno de susurros que azotaba olas
inquietas por amar inundando al mundo.

Tengo miedo tengo miedo locura

también tengo una jaula en la que yo
capturo a la muerte y a sus jueces
que hacen estrategias para no venir
y para perderse entre los infortunios
de los árboles y sus cálidas raíces.

No volví porque estuve clavando

espinas en mi porvenir lastimado 
deteniendo amaneceres y noches
inquietando al cielo con mi presente
haciendo remolinos tornados espirales
desgastando al viento con mis suspiros.

Tengo frío tengo frío realidad

también tengo una luz marchita
de algún rayo de sol que se cuela
por la ventana tan débil como para
algún intento de calentar mi espíritu
mis manos mi pecho mi razonamiento.

Supe de mucho y encontré sólo nada

me convencí de mi asilo de mi candado
y de los nudos que en mi cuerpo habitan
apretándose fuerte a cada pensamiento
a cada invocación a cada bello conjuro
porque la soga del destino es muy fuerte.

Tengo frío tengo frío sigo teniendo frío.










jueves, 12 de diciembre de 2013

Breve mudanza de un corazón desatinado

Hoy por la mañana desperté confundido, con jaqueca, ¿Una resaca emocional quizá? No, un coma producto de una melancolía así me diagnostiqué pues porque al levantarme de la cama vi mi rostro en el espejo  y tenía cicatrices de besos y caricias apagadas, presentes de un recordatorio lleno de anhelos. Así cargué con mi cuerpo para ir por una taza de café y un cigarrillo -Que sea lo primero que siente la abstracción de mi alma después del estado en el que permanecí. La melancolía tiene efectos secundarios falta de apetito, párpados oscuros, ojos en silencio, alguna mueca que disimula el dolor y luego un coma, ese sueño profundo y abismal en el que fui cayendo y cayendo y un espiral que al final me trajo de vuelta.
-¿Si no lloro no es necesario? Sólo hice un intento apreté mis labios y me llevé las manos al rostro que aún tibias por que habían sostenido la taza de café tibiaron también a mi añoranza, mis planes, mis transfiguraciones, tibiaron también mi pasado y no sucedió ni una sola lágrima. Me acerqué a la ventana para mirar entregarme a la experiencia de estar vivo, niños a la escuela, gente por un lado y por el otro preparándose para su rutina, pájaros en el alambrado, algún que otro jardín amarillento y seco, la sensación de que llegó el invierno o mejor dicho la sensación de que yo llegué al invierno. Entonces de una manera extraordinaria se me fueron abriendo los ojos y brillaba un horizonte por donde mi mirada pisara, adentro o afuera adentro de mi, afuera de mi y también mis ojos brillando y de los ojos una conexión al corazón que comenzó a palpitar al ritmo de una canción que iba yo cantando bajito bajito y junto a la canción una frase que escuché hace tiempo ``Va a ganar el amor´´. Y si, así comprendí todo y entonces me abracé fuerte de mi, me reconocí y apapaché a mi corazón y lo traje conmigo de vuelta y lo hice mirar y lo hice respirar con esperanza y nos prometimos no rendirnos y nos sincronizamos en un mismo suspiro de nostalgia envolviendo memorias y locuras hermosas. Luego de la nada obtuvimos un silencio con el silencio una sombra, con la sombra un desasosiego y nos fuimos oscureciendo sin entender nada sin saber nada y escuché un quejido no sabía si era de mi corazón o mío y luego un llanto -Ahora si nos dio por llorar. Nunca es tarde para llorar ni para dejar tanto dolor por medio del río del llanto, -Salgan pues todas las penas que aquí mi corazón y yo seremos pacientes. Ahora una chispa de luz, pequeños destellos saltando por aquí y por allá formando un cielo un suelo, un escenario, una ampliación, una nueva angustia pero también una balanza. Así le vienen los días a mi corazón y no tengo miedo ni tenemos miedo nos dirigimos directo a vivir nos estamos dirigiendo a la vida.




lunes, 2 de diciembre de 2013

Después del mediodía

Se me evaporó el café en el alma y sigo pensando en las tazas que están por venir y que están por desaparecer comenzando por el centro de mis labios hasta la plenitud enferma de mis entrañas, una taza más. Y una canción en el playlist que me hice dedicado únicamente para estos días de invierno.
Bebo café cerca de una ventana donde el viento se manifiesta trayendo mariposas amarillas que se acercan a la buganvilia morada y hacen un pacto hermoso, un rito de amor y color, el viento en tremendo acto de ternura desnuda a las flores y las hojas que quedan aferradas a la tibia conciencia del sol pero al final caen simultáneas, divinas, eternas, finas al suelo de cemento y tierra seca yo sigo observando y me apena saber que voy salir a barrerlas y a abandonarlas en una bolsa absurda de plástico para luego dejar todo en manos del camión de la basura, particularmente del joven guapo y sonriente que me encuentro a veces cuando a las seis de la mañana salgo corriendo porque olvidé algunas bolsas.
Y viene otra taza de café y otra mariposa amarilla y a la mente el regaño de mi mamá -Como fumas que barbaridad-. Luego otra canción que particularmente escucho a estas horas ``winterwandering´´ ¡Ay! como se me encharcan los ojos de lágrimas y de que manera se me viene un nudo a la garganta y un peso invisible en la nuca que me aprisionan durante casi cinco minutos que es lo que dura la canción y al terminar, un estruendo en mi cuerpo me sacude y vuelvo de todo aquello a las venas de mi memoria ese torrente furioso de sangre que da cientos de vueltas con sus anhelos y sus sueños limpios de tristezas. Regreso, vuelvo y me quedo. Siento que recuperé parte de mi esencia bajo los efectos de ya no sé cuantas tazas de café y no sé cuantas canciones, extraño las hojas que ya no cuelgan de los árboles y extraño las flores y los pétalos que ahora agonizan en el suelo. Extrañamente no agonizo yo, por primera vez en mucho tiempo las venas de mis ojos se han quedado quietas y no han enrojecido ni se han convertido en trozos de lumbre, no tengo las ojeras hinchadas a pesar de lo mucho que he llorado, no me tiemblan ni me sudan las manos y regreso.
De mis labios se fue el azul tan melancólico y falto de oxigeno y regreso ese dibujo rosado que me provoca sonrisas. Otra taza de café que el placer de añorarlo todo nunca es suficiente.
Pensar en que mañana miraré por la ventana quizá la misma escena y con el mismo café hirviendo mi sangre y cicatrizando surcos de mi interior me da un brillo particular en los ojos desde ya.


jueves, 28 de noviembre de 2013

Previo

Te abrazo me abrazo soy especifico
en los encuentros de madrugada
digo palabras para sostenernos y no irnos ni tú ni yo
ni la navaja nocturna de mi acento o la daga débil de mi voz

Me regreso a las horas previas de la noche allá
cuando estaba afuera en el frío de mis tristezas
y con los ojos en el cielo contando infinitos y silencios
repetí mi adolescencia solitaria y con ella mis manías 
contar del uno al cien y luego del cien al uno y lavarme las manos
más de diez veces al día, aprenderme los diálogos de las películas 
que veía mi madre.
¿Te acuerdas? íbamos caminando por una calle oscura 
y yo siempre con miedo y tú siempre con tu brazo envolvías mis hombros
ya sin miedo fingía terror para que me apretaras contra tu costado
y caminábamos despacio sin decirnos ni una sola palabra
hasta que yo te repetía una escena de esas películas y se te venía 
una carcajada encima y regresabas al silencio no sin antes mirarme 
a los ojos.

Luego un día ya no estábamos se incremento la embriaguez 
de nuestras soledades y desempolvamos realidades y absurdas conclusiones 
me fui para irte tú y regresamos para estar siendo uno sólo y una sola 
melancolía un sólo cuerpo un único beso de geranios
pero estuvimos mientras las grietas se abrían y nosotros teníamos suficiente
fuerza para cerrarlas para no caer al vacío y amarnos estremeciéndonos
en una mañana de abril  y en los meses siguientes que nos fueron apuñalando 
hasta que la muerte nos pidió horizontes y seguimos amándonos y hablando
de nostalgias y de futuros nos abrazamos a ellos nos quedamos siempre.

lunes, 25 de noviembre de 2013

No Fumar

Anoche te extrañé, fingí que mi alma asaltaba a mi corazón -Dame todo lo que tienes hijodeputa-, y con un cuchillo de cocina lo pinchaba despacito para sembrarle miedo y soltara todo lo que traía consigo. El corazón opuso resistencia pero comenzó a llorar, al alma le dio un bochorno ya no sabía que hacer pero también verlo llorar le provocaba encajarle el cuchillo en el centro y darle vueltas como si tratara de abrir una puerta.
No pude continuar con esa escena desperté de la locura para entrar a otra y encendí un cigarrillo para que tibiara mi noche de extrañarte y de saberte bajo el mismo cielo y bajo el mismo humo que nos une. Y el cigarrillo me consumía a mi como yo lo consumía a él y el humo no lo llevábamos al alma despreciando al reloj y las manecillas que siempre me han resultado incómodas y despreciaba mis recuerdo y me negaba a todo incluso a escuchar en mi mente una canción que me había dado vueltas en la cabeza en días anteriores.
Y encendí otro, para luego otro y que ritual de ver como la cajetilla se va quedando vacía, sola la que se convierte en nada la que se vuelve inservible, la que va a la basura en un acto de despedida para que llegue otra. Y encendí otro y el placer me daba destino y la luz mercurial que se colaba por mi ventana jugaba con el humo, el humo del cigarrillo y el humo del incendio que estaba ocurriendo dentro de mi cuerpo. Pretendía tocarme pero siempre sostengo el cigarrillo con la mano izquierda la que me da placer, la liberadora, la fortaleza de caricias, la que siempre está dispuesta. La mano derecha siempre es fría y no sabe de estas cosas a decir verdad no está entrenada para nada. Así que abandoné la idea para que luego viniera otro cigarrillo y otra sensación y otra obsesión y por ahí escondida alguna razón torturada, algún análisis, el recuento de mis años y las cartas que tengo escritas y no he podido entregar. ``Amor no fumes en la cama me decía con sus manos de la boca me quitaba el cigarrillo mientras yo dormía´´. Me acordé de esa canción -Por fin una canción en mi cabeza y la canté completita-. No era la que traía en la mente desde hace días pero me hizo sonreír. 
Miré el cenicero y ya no cabía ni una sola desgracia mas o ni un trocito de placer y yo despierto envuelto en el incendio cotidiano desde que te extraño (que es siempre) pues te extrañé.

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Me aventuré a ser un cenicero quería sentir
la brasa de un cigarrillo aplastándose fuerte
y muriendo en lenta agonía mientras yo
desde abajo reía o me complacía de ese
ardor tan potente y de su muerte frágil,
al final frágil también como yo y como
todo lo que soy sin especificar la razón
de ser un cenicero ni dar explicaciones
de su fabricación si aluminio, cristal o
ese plástico desagradable que nunca
perdura porque el calor lo deforma.
Me di cuenta que no era fácil estar
en esa posición -porque si- primero
fue placer para luego convertirse en
una infinita melancolía por ver como
uno a uno iba siendo asesinado en
mi pecho, en mi rostro, en lo que soy
pero que nunca entiendo.
Y me fui llenando de ceniza y colillas
y restos de recuerdos de los labios
que contaban secretos o algún lamento
unidos al misterio del humo gris y azul
que viaja por todo rincón incluyendo
los rincones del alma.
Así en mi posición inerte, ya por fin
sin hablar y aprendiendo mi destino
recibiendo fuego y muerte
me vi desde adentro olí el infortunio
saboree el tabaco injusto para los
corazones rotos y en esa gratitud
-porque siempre he sabido agradecer-
se me abrieron los espacios tímidos
y dulces para que pudieran caber mas
penas o también más alegrías de quien
fuma y quien conserva la ilusión del
siguiente cigarrillo que va a encender.



viernes, 22 de noviembre de 2013

Yo pensaba

Me olvide del martes lo borré de mi calendario
abrí una lata de cerveza y al primer trago 
descubrí que era miércoles. No hubo tiempo.
No contemple los días porque miraba a fondo
las cicatrices de mi mano derecha mientras con 
la izquierda empujaba ese ámbar a mi boca
quemándome las entrañas y el tumor,
-pero que mas da un tumor es un tumor y 
el tumor duele en los rincones de mis penas
y en mi abdomen, así que no distingo si es 
la cerveza o la tortura emocional que me 
embrutece. 
Y sigo pensando en donde dejé el martes
el día de mis rezos y mis plegarias y el día
de encender el televisor y beber una taza
de te por las noches. Sólo se fue entre
la inercia de mirarme en el espejo sin 
preguntarme horarios ni días ni compromisos,
viendo sólo como crecen mis ojeras y como
los labios se tornan morados a veces rojos.


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Se me enfriaron las sábanas, se me separaron los pies
-se niegan a darse calor el uno al otro-
así también el recuerdo se me separo de la razón,
y tenia contados con los dedos de las manos
momentos que van y vienen y otros que no regresan.
Dormir no es fácil sueño entre sueños, despierto entre
manifestaciones de locura pensando en beber café 
a las tres de la mañana -quizás a las cinco-
todo depende del frío de esas sábanas de ese silencio
de la ausencia de mis ojos y de los labios creando 
charcos de lágrimas para sonreír como cuando era niño.
Nada regresó la helada noche no da premios 
y yo olvido escuchar música a esas horas para 
educar a mi alma a contar despedidas sin importar
cuantos cigarrillos me fume o cuanto humo
se encierre junto conmigo en el santuario de mi habitación
donde escucho lluvia imaginaria y allá en el fondo 
pues un eco de tu voz, una palabra tibia y un
suspiro de cansancio interpretado en calor para mis
abrazos.
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domingo, 29 de septiembre de 2013

Fragmentos porque se va septiembre

No puedo y fumo,
la incertidumbre no está para matarme ni para hacerme daño, sólo se queda a un lado de mi como una muerte vieja y sincera que me habla entre dientes de los muchos desconciertos que han venido sucediendo, y es que me preguntó -¿Por qué se te apagó la sonrisa y de cuando a acá se te volaron las estrellas de los ojos?-.
-No lo sé-. Respondí y también le dije -Pero esta mañana lloré, lloré tanto porque el sol de las diez de la mañana me tibió el recuerdo y las sensaciones amorosas y fervientes.
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Un trozo de pan y un sorbo de café algo que me hubieran dado justicia para seguir bebiendo y fumando y mintiéndome y sacando del cajón del buró libros viejos y releídos. Un poco de justicia para mi propia ausencia donde mi cabello ya no es mi cabello y mis anteojos ya no son mis anteojos si no ambos un desperdicio de personalidad a la que me aferro, como me aferro a la bebida y la despedida de una tarde de septiembre.
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Estuve atrapado en mi propia tormenta de ropa vieja y cortinas azules y en ese instante lo desintegré todo porque nunca he sabido controlarme, y luego lo que desintegré lo busqué porque quise volver a armarlo e intente escupir un poema de los míos de esos incesantes y aburridos, faltos de gracia y  tan enfermos de mi y de mi poca capacidad de versos y mi poca voluntad incluso para un soneto para ver si volvía a integrarse entre toda esa bruma de hechizos y sueños. -¿Y si me acero a dios?
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 Y sin empleo y con los pies tristes porque no han bailado como han querido bailar y con la misma ropa de siempre y con el aroma a hierba buena entre mis labios voy suspirando entre los espacios diminutos de mi habitación implorando el beso enamorado de abril y las caricias de octubre y la serenidad de mi mente, pero el peso del silencio me absorbe porque soy un negado y porque no he visto nunca crecer una flor en ningún jardín.
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Me confesé frente a un altar de cristales y ventanas enormes que presumían futuros, confesé mi infortunio, la verdad tan furtiva y mi incapacidad por saberme atado al lazo de la cordura y a la antigua costumbre de sonreír porque un niño pasó corriendo enseguida de mi o porque dos pájaros están en terrible discusión sobe el cableado eléctrico frente a mi casa. Atado al lazo no he sabido responder y ya no lo comprendo porque me duelen los huesos entre los esfuerzos por sostenerme.
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No bebí café. Hoy no, no me lo merecía. Apreciaba desde mi ventana a la gorda de mi vecina enfundada en un vestido de tantos colores como tanta era su felicidad y sus dientes gigantes se dibujaban en mis ojos porque su sonrisa la ha llevado siempre puesta, y yo encarcelado en la melancolía hubiera podido gritarle que la adoraba por verla tan feliz, pero no hubo café y sin café no hay palabras en mi boca que puedan dar anhelos o esperanzas, porque ni yo mismo las tenia, ni las tengo o no sé.  

martes, 24 de septiembre de 2013

Regreso nocturno

Espero flores y con las flores el otoño perfumado de ceniza y fuego y de la ceniza y el fuego las alas que solas se abrirán de entre los pétalos rosados.
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Caía una y otra vez sobre el asfalto, mi cuerpo no pesaba y no dolía porque era la noche que me amortiguaba el golpe de sueños, y me levantaba con la espalda erguida y la frente en alto haciendo ilusiones mientras miraba conmigo la embriagada polvareda y se embriagaba conmigo y embriagados juntos de la mano escenificábamos la respuesta dolorosa a una casi mortal herida que por poco nos cuesta la vida a ambos. La noche renació con el canto de los grillos y los perros, yo con el canto de mis lágrimas y los dos en nuestra metamorfosis gemíamos en el acto de la pena de sabernos absueltos y abandonados. Los dos continuábamos el rumbo y no sabíamos de que hablar porque las palabras se nos atascaban en las bocas y nuestras manos no tenían más remedio que apuntar hacia donde íbamos, no podíamos considerar ningún lenguaje.
Una caída más, un golpe más y la noche y yo mirábamos la esfinge de topacio cubierta de flores, estaba frente a nosotros y nosotros en la urgencia de abrazarla corrimos y volvimos a caer, al levantarnos ya había desaparecido. Eramos unos dispersos de las formas de la locura, bebíamos violencias preciosas de Venus y Sol y nos apartábamos del féretro completo del abismo. No conocíamos remedio, no teníamos cura ni resignación porque el camino se completaba de sombras amorosas y desastres casuales y los dos que bien conocíamos esas entregas pues nos entregamos internándonos todavía en la bruma de ausencias y alientos de ternura empolvada.
Para la noche y para mi había una interrogación pero también un consuelo de besos excesivos de la tierra y del viento. El dolor se volvía dolor pero ya no traía consigo las huellas de las cadenas que nos ataban, ahora era mi momento de acariciar a la noche de consolarla de por fin hablar con ella y de pedirle perdón cubriéndola de estrellas y devolviendo los astros para compartir nuestro éxtasis extraviado. Y ella me arropó me completo el cuerpo a base amparos y colores y me cantó ``Duerme negrito´´ - Duerme duerme negrito que tu mama está en el campo negrito,  y se me fue aflojando el sueño y ella lo guardo en su techo de amatistas para mi descanso, y se me fue deteniendo el tiempo y los ojos se me cerraban clausurando las lágrimas y relajando el ceño y en un instante ya era yo y siendo yo la noche era conmigo y la almohada un remedio exacto para sufrimientos y pesares. Y ya era yo.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Idilio fracasado

Tengo que estar pendiente de mi corazón porque huele a mar, a sal olvidada y empalmada por las olas.
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Estaba escribiendo una historia de amor sobre dos hombres que se amaban uno al otro ambos de belleza inexplicable, ambos con el rostro cubierto de fragilidades, ambos con la boca llena de ofrendas místicas para los besos y las palabras. Estos dos hombres admiraban los paisajes nocturnos, el lenguaje de una vela encendida, el café y los cigarrillos y entre todos esos elementos adoraban sus conversaciones desviadas y absurdas sobre temas  inespecíficos dirigidos por la nada y sin ningún moderador, podían durar horas enteras mutilando palabras, pariendo palabras y mirándose a los ojos para no desacostumbrarse de la manía de amarse. Se amaban tan fuerte que se construían cofres de zafiro que contenían lunas y estrellas y les gustaba el juego de abrir sus cofres al mismo tiempo para ver la explosión bestial y destellante  de lunas que rugían y giraban emocionadas por su libertad y estrellas tímidas que se iban colocando en cualquier superficie de la habitación. Se amaban tanto que sus gesticulaciones derramaban sólo situaciones de esperanzas y continuaciones de versos y canciones, les era imposible estar separados y les aterraban las jaulas y las peceras de cristal, únicamente pensaban en la libertad de sus propios abrazos y en la danza de su intimidad perfumada por geranios.  
Ellos gustaban de seguir las huellas de los pasos de la gente, cada quien por su lado caminaba por la ciudad porque acariciaban la idea de trazar rutas distintas para luego perderse y luego encontrarse y luego besarse con la sensación de haber sido fantasmas recién llegados de un desierto.
Se amaban tanto y en ese amor de furia y sangre dibujaban océanos para navegar incluso hacía el silencio de la muerte, no les importaba nada porque había campanarios que festejaban sus complicidades, sus manos entrelazadas y sus miradas hacia el norte. 
Los dos siempre tomados de la mano en el temporal de un amor cálido y preciso casi perfecto a la hora de comer o de beber, un amor justificado y palpable, incapaz de tropezar con la indiferencia o el desprecio, un amor de invitaciones al deseo y al roce delicado de sus astros haciéndose el amor. Un amor de una sola sombra y de un mismo recuerdo de un mismo anhelo. Que amor tan grande.
Un día estos dos hombres repitiendo palabras de amor y haciendo espirales con pájaros azules para adivinarse el futuro y saber como se iban a amar al día siguiente en que posición, en que sitio, en que dirección, hacia que cielo o hasta que profundidad, se callaron obtuvieron un silencio de cenizas y delirios y justo en ese momento uno le pregunto el otro que si que le había parecido Rayuela y el otro respondió -Odio Rayuela no la entendí la novela me parece pretenciosa y aburrida, en realidad detesto a Cortázar-.
Al otro le da un bochorno, no logra entenderlo se sofoca con la respuesta y ve caer del cielo plumas azules y picos dorados y los huesos de los pájaros, ve a su al rededor todo encendiéndose en llamas, las paredes arder y demolerse entre el hierro hirviendo y el olvido, observa como el humo nubla y plasma el dolor de la realidad. 
Se acabo el amor no hay más amor no hay ojos ni oídos, no hay sensatez ni manos unidas por absolutamente nada. No hay amor. Y se fueron alejando al mismo tiempo con un ritmo perfecto y cada quien se refugió en su nido, en su propio comienzo en el inicio de sus vidas como si nunca se hubieran conocido.



lunes, 16 de septiembre de 2013

Repetitivo

Me apresuro a escribir faltan casi quince minutos para las siete de la mañana y  a penas he dormido dos horas, no es algo inusual y no quiero hacer alarde de mi insomnio bohemio, pero precisaba de poner mis dedos sobre el teclado para aliviar el dolor de la dura espada que traigo atravesada entre el pecho y la razón.
Vuelvo a lo mismo, a los recuerdos, a escribir una vez tras otra de manera repetitiva situaciones de mi corazón demolido por amores platónicos, por ese inquietante sinsabor de saberme preso de mis emociones, de la adicción por unos ojos paridos por la luna. Como aquella vez cuando escribía sobre él, sobre su sonrisa y su barba rojiza y  sus ojos encendidos de miel y avellana. -¿Lo ven?, vuelvo a lo mismo a volver a volver a regresar al pasado a repetir caminos y rutas que tracé hasta llegar hacia él y a repetir en los archivos de mi memoria  el camino y la ruta que tracé cuando huí de él.
Vuelvo a la nostalgia a repetir nostalgia, vuelvo a la escasez de palabras y a la incomprensión a la incertidumbre, vuelvo a percibir de la nada (quizá producto de mi locura) la esencia del invierno, el café con canela, la loción de Gucci, el olor del asfalto mojado por la nieve, su beso indiferente, la mentira en la que vivía. Y ahora me apresuro en escribir para estar pendiente de cada uno de mis pensamientos de lo que pueda repetirle a mi corazón a mi cabeza o a mi alma -¿Lo ven?, de nuevo mi alma la misma que me ha llevado a distancias inexplicables y a lugares donde tengo que involucrar la palabra amor al primer instante.
Intento no repetirme pero en mi demolición encuentro rastros de amores que nunca llegarán, recuerdos inventados, tomar la mano de alguien que nunca existió, un beso profundo que jamás fue dado, un abrazo palpitante, una palabra de alivio, una sonrisa de complicidad, todo ello entre fantasmas y silencios. 
Vuelvo a repetir la desazón que me provoco por el mero gusto y pienso en ti y a veces no y a veces me hago a la idea de que nunca exististe. Repito con una constancia ferviente que no puedo herirme así, que tengo que desprogramar esta historia la que me conté desde niño y la que me invente durante mi juventud para crear la formula perfecta para amar y ser amado y sentirme pleno. Pero ni de niño ni de adolescente la magia funcionó y ahora comprendo (repitiéndolo con fuerza) que no hay formula que el amor es el amor en su propia esfera y si entras en ella afortunado pues y si no... Quizás también.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Una Carta

Tantas veces había mirado el cielo tan azul que la costumbre se me vino encima cuando las nubes se aglomeraron turbulentas, funestas, tristes, grises y regordetas. Nublaron mi cielo y me oscurecieron la habitación y me bloquearon la mente y la capacidad de seguir escribiendo.
Intentaba escribirte esta carta pero con el paso de las horas no conseguía mas que ensuciar la hoja con la tinta y dibujar trazos inexplicables que nunca hubieras comprendido aún así teniéndola  en tus manos y frente a tus ojos.
Debes saber que no me encuentro bien, a veces el asfalto por el que camino se convierte en un río caudaloso de agua cristalina donde puedo ver mi reflejo, ese reflejo que me aterra porque ya no soy yo y tú también lo sabes, sabes que no soy yo y en esa declaración los dos nos entendemos.
Hubiera podido entregarte esta carta yo mismo en tus manos, tus manos de cielo las que acariciaron mi rostro y me llenaron de besos la espalda, pero no hay tiempo, sigo cumpliendo la penitencia de haberte envuelto en mi locura, que sólo mía se supo enredar en tu cuerpo y en tu mente, y esa penitencia la cumplo con rigor castigándome el derecho de  ver al sol o ver los pájaros volar o ver una flor madurar, porque todo se ha ennegrecido, la oscuridad que me asecha no es de temerse antes ya me había enfrentado a ella con la frente en alto pero ahora me es imposible porque veo paisajes interminables de árboles muertos y raíces secas y hojas moribundas tiradas en el suelo arrastradas por las hormigas y el cielo sigue nublado las nubes siguen empalmándose una sobre otra arrancando trozos del azul del cielo y arrancando trozos de mi sensatez.
La luna no nos ayudo, si por alguna razón lees esta carta sabrás de inmediato que la luna no sirvió de alivio para esta locura ni para mi obsesión de nunca contenerme cuando la tormenta de mi espíritu crece y crece y destruye todo lo creado.
A veces hay que seguir al río intentar no mirarlo sólo seguirlo hasta encontrarte con el lado mas profundo donde puedas sumergirte en él, debo confesar que no hay prisa porque te amo y porque tus ojos de luna se impregnan en mi memoria como la primera vez que los vi, como la primera vez que nos miramos.
Debes saber que no me encuentro bien sin sol no existe palabra precisa para hacer que vengas a mi, o quizás el sol no quiere que vengas a mi tal vez esta oscuridad es mi propio destino. No lo sé ni siquiera estoy seguro de querer averiguarlo.
No hay sol donde no debe de haber sol, ni recuerdo donde no debe haber recuerdo.
                                               Con todo mi Amor
                                                              .....
 
 

jueves, 12 de septiembre de 2013

Reflejo

Y caminando por la calles encharcadas de recuerdos iba mintiéndole a la razón de continuar mi camino porque no quería seguir, algo hacia detenerme de repente, paso a pasito pero muy despacio y con un paraguas en la mano cubriéndome de la inestable lluvia, inestable como yo. Pensaba en ti y en tu sonrisa dibujada en mi memoria, en el libro de mis memorias en la memoria de mis adicciones. Y te fui soñando y se me fruncía el ceño y se me cerraban los ojos mientras los parpados apretados me prohibían el llanto.
  Recordé como nos miramos en vano y nos amamos en vano, un segundo cambió todo lo que habíamos soñado cuando evadí tu mirada (y probablemente tú también evadiste la tuya). Nunca he creído en los espejos y vernos reflejados en ese espectral futuro liquido me aterró y me hizo desparecer entre la gente intentando esconderme de tu mirada y del recuerdo del espejo. Seguías ya no en el espejo frente a mi tu mirada contaba los minutos para entrar por completo en la mía, yo no pude seguir y me fui y me fui yendo a un abismo siniestro de extrañarte, a un abismo cerrado de tu aroma que a penas percibí, a un abismo cubierto de los dientes que adornaban tu sonrisa, a un abismo que yo mismo había construido.
Por días enteros te busqué (parecía canción de Mecano) y sí, en el silencio alcancé a escuchar tu voz pero no me fue suficiente porque quería mas de ti, necesitaba mas de ti y necesitaba que calmaras la catástrofe que destruía mi poca elocuencia. No hubo éxito no existe el éxito en mi manía por esperar que un abrazo me caiga del cielo y me pulverice el alma, soy cobarde cuando preciso actuar ante situaciones sentimentales llenas símbolos y reflejos y caleidoscopios. Pero te mire y tu rostro encantador lo distorsionaba en sueños porque sentía como a cada parpadear te perdía, luego volvía a colocar cada uno de tus gestos en su lugar y venía a mi una paz nocturna que me llevaba a la cama y la abrazaba como si estuviera abrazándote a ti.
Comprendí que no, no es una declaración fuerte cuando caminando por las calles encharcadas por la lluvia miraba mi reflejo en el agua y me decía una y otra vez no, no te encuentro, no me encuentras y al final sólo cantaba my funny valentine con voz bajita y cerrando los ojos por un instante te vi y estoy seguro que también tú me viste.
Se nos vino encima el sueño del reflejo.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Fuego III

Anoche la lluvia no pudo apagar la llama que a fuera de mi habitación cuidaba de mi y de algunos de mis sentimientos, no de todos el fuego no se responsabiliza de todas las acciones que mis emociones provoquen. la lluvia no escampaba y el fuego parecía no temer a ninguna gota, a ninguna tempestad a ningún frío, ni a al cielo cerrado y celoso. Su fulgor iluminaba la mitad de mi cama y la mitad de mi alma y su calor tibiaba mi corazón y mis manos. 
-No me haz abandonado fuego inmenso-. Tú, cuyo peligro abrasivo para muchos para mi es el beso tierno mas cálido y lleno de secretos. Tú, quien asesinas con dolor y venganza a mi me regalas vida y la posibilidad de bailar mientras tu enardeces entre las calles y los bosques de mi imaginación.
Hoy en el frescor de la mañana repleto de aromas y flores azotadas por la lluvia, fuego amado mío permaneces aquí conmigo sentado junto a mi cama y de pronto me abrazas y de pronto me dices que me recargue en tu hombro y si alguna lágrima he de derramar estás listo para evaporarla y enviarla al cielo para que se convierta en una gota mas de lluvia. 
Frente a frente fuego mío te confieso el terror del pasado, la equivocada idea de que me hicieras daño, el temor al encender una vela, un cigarrillo, la estufa, mi corazón, mi espíritu. Y me tomas la mano izquierda y la colocas en mi pecho y me preguntas si puedo sentir ese calor que atraviesa todas las fronteras de mi cuerpo, te digo que si y regreso a mi y respiro profundo. No puedo si no expresarte mi amor compartiendo calores y trocitos de fuegos bailarines y chispas que truenan en mi habitación festejando la victoria.
   

viernes, 6 de septiembre de 2013

Fuego II

Siempre quise ver las estrellas sin lágrimas  en los ojos sin ese liquido mal intencionado que brotaba y brotaba y me nublaba la vista, fallido el intento lo único que podía sentir era el calor de ese fuego que se encendía muy adentro en alguna parte de mi. La noche me esperó y charlamos pero se fue porque con mi melancolía se le llenó el alma de ideas a cerca de como planear un día nublado y la continuación de él, quizás algo de lluvia o también una tormenta. Antes de irse tomó medidas del tamaño de mis lágrimas y fue analizando una por una hasta encontrar la mas grande la que luego se llevó con ella para amoldarla a la misma gota que luego caería sobre el asfalto, estrellándose furiosa como lo hacían mis lágrimas en la palma de mis manos.
La noche se marchó silenciosa y permanecí quieto casi inmóvil sintiendo aquel fuego que se avivaba en mi con el soplo de mis sueños. Ardía despacio entre mi vientre moviéndose entre mis entrañas para buscar otro lugar en donde crecer.
Yo era un escena y el cigarrillo, el café y la ventana eran el reparto que actuaban de acuerdo al papel que se les había otorgado, de vez en cuando el café improvisaba lanzando un humo oloroso y fascinante realizando su mejor técnica para brillar en el escenario, la mañana. Y el cigarrillo apegado al texto se consumía porque la responsabilidad del personaje era morir en circunstancias naturales consumido por su propio fuego. Y la ventana firme, cautiva, inmersa, colocada en la mejor parte del escenario hacia lo suyo porque ella preparó su personaje recordando historias y apoderándose de las vidas de todos los que alguna vez miraron a través de ella.
Que puesta en escena tan magnifica, el sueño seguía soplando y el fuego ya ocupaba casi todo el interior de mi cuerpo, y lo sentía y no dolía y mis lágrimas a punto de ebullición salían vigorosas calentando mis mejillas, la taza de café sostenida por mi mano izquierda comenzaba a tibiarse y así el café con más emoción provocaba mas humo perfumado. El cigarrillo a punto de morir sacaba chispas amarillas y rojas pretendiendo ser un juego pirotécnico, su final su mejor actuación, morir en un cenicero sólo y aplastado con la ayuda de mi mano derecha.
Sigue creciendo el fuego y la función no ha terminado. A veces también la escena misma obliga a todos los actores a improvisar para terminar rápido, los obliga haciéndoles creer que el público se está aburriendo, que la escenografía esta a punto de venirse abajo, que será la última función porque nadie mas querrá verlos. Y la ventana decidida y entregada a su audiencia se incendia de la nada y comienza a llorar vidrio derretido. El café lo sabe todo y lucha contra su naturaleza para prenderse fuego y humea y da vueltas en la taza sin conseguir nada mas que hervir en su propio sitio y quemarse gravemente, ya no era el café de antes ya no es el mismo aroma ni tiene la misma esencia, todos creen que ha fracasado y al café le da un apuro nunca a sabido de derrotas y sus actuaciones siempre despiertan conciencias y almas dormidas, así que toma la decisión de salir de la taza derramándose sobre el escenario interpretando a un moribundo que hablaba antes de morir sobre la importancia de no invocar el fuego cuando no es para ti o de como no invocarlo sin antes estudiar lo que es el fuego.
Mi incendio ya era un símbolo, era una declaración, una reverencia, un atajo para llegar mas rápido a la muerte. No había cenizas, era una llama sola que enardecía de la punta de mis pies a la punta de mi cabeza atravesando los sitios mas indescifrables de mis adentros.  


viernes, 23 de agosto de 2013

Fuego I

Nomas me termino este cigarro y me detengo.
Era la llama de una vela que amenzada por el viento se movía y tambaleaba y tronaba inquieta ante la desazón de desaparecer, la de apagarse, la de morir, la de renacer, la de no ser quien en principio era.
Por primera vez analizaba su futuro y brillaba avivándose a cada instante mas y mas porque le aterraba la idea de morir, y ella definitivamente no quería morir la idea en si le parecía estúpida. -Quien quiere abandonar el fuego?-. No, el fuego provocador de llanto hecho cera se aferra a las leyes de su propia esencia, de negarse a la infortunio de una carcajada de la muerte.
La vela firme no habla porque no tiene vida, es sólo un conductor inerte que en su ternura estática da lugar a quien se gana la corona de luz amarilla, roja y azul, la que quema con su baile, la que lastima para advertirnos del peligro de encendernos el alma, la que a veces no dice nada, la que huyendo lo destruye todo, la ausencia de la claridad, la claridad de las catástrofes.
Esta luz que emana en vano sigue luchando, el viento ha tomado tremenda determinación en acabar con ella, en romper el mito del fuego eterno y la luz eterna, su único objetivo se basa en sus propia ley, la de levantar de cenizas y lanzarlas por el cielo, la de desenterrar muertos y susurrar historias a desconocidos.
El viento sabe lo que quiere y en su magia tiene la virtud de llevarse lo que consta como añoranza y recuerdo, para luego convertirlo todo en nostalgia. 
   

miércoles, 21 de agosto de 2013

Creando imágenes

Por favor conserva esa mueca y déjala justo en tu rostro ahora  preparo la cámara de mi alma, levanto el flash y reviso si hay suficiente batería, no te muevas no hagas nada incluso sostén todo suspiro y aliento. Una toma dos tomas, tres tomas listo, ya puedes relajarte y huir de la fastidiosa rutina de llorar.
Revelar es el proceso mas duro, hay que entrar al cuarto oscuro del alma misma allí donde todo se acumula y se empalma recuerdo con recuerdo, pena con dolor, destrucción y desolación, añoranza con infamias, lágrimas con algunas sonrisas por demás fingidas. Entrar y no quedarte es el consejo mas importante como importante es procurar que la imagen ya nítida demuestre realidades inconclusas.
He practicado este arte y me considero un experto en fotografiar mi rostro frente al espejo en cualquiera de sus formas y emociones y lo que veo muchas veces me aterra al punto de destruirlo todo, pero la cámara fotográfica del alma es resistente a cualquier catástrofe incluso a la que yo mismo provoque, un terremoto emocional, un tsunami de sangre, una tormenta de locura. Nada puede con ella se vuelve un castigo.
He visto lo que pocas veces el espejo me susurra, la imagen a veces también espectralmente liquida no quiere decir nada, pero basta con orillarse a un trozo de luz para que comience a hablar y es justo en ese instante cuando me niego a escuchar, involuntariamente mis oídos se cierran y mi corazón se detiene ante el desastre ceremonial de lo que lleva mirar la imagen de mi pasado envuelta en la mas funesta de las historias.
Logro ver unos ojos cubiertos de lágrimas y restos de sueños, son los míos y los del universo, los ojos que los astros hace cientos de años fueron formando y moldeando para las dos cavidades absurdas de mi rostro, veo unos labios tiesos casi apretándose uno al otro quietos recordando besos ajenos y desconocidos.
Soy yo,  estoy plasmado y sacado de la paz de la nada. ¿Asustado? -Si-. Y envuelto en un misterio de agua y viento intentando reconocer mas lo que puede decir una fotografía que mi propio rostro haciendo gestos frente a un espejo sucio y viejo que no es mío pero ah! que yo si soy de él.
Son las tres dimensiones y yo me encuentro en la segunda, probablemente porque fue donde se me concedió el lugar para permanecer. Aquí me quedo, el destino ya fue claro y los flashes y las tomas han sido jueces. Aquí me quedo porque mi alma continuará capturando todo hasta quedar sin batería.

jueves, 20 de junio de 2013

No había vuelto, no era yo ni sigo siendo yo, era probablemente una pieza absurda de mi desolación donde me perdí. Donde el principal objetivo era no encontrarme por que no tenia ninguna necesidad.
Ahora conozco el rumbo pero no la ruta exacta, no sé si el camino tiene las mismas penas que he arrastrado.
Yo injusto. Yo frívolo. Yo insensato. Yo locura.
Y si no puedo yo mismo con lo que me ha designado la estrella mas grande que me vio nacer pues no veo que algún recuerdo tenga que soportarla.
Pero era yo.