viernes, 20 de marzo de 2015

Y entonces volver.

Hemos atravesado la noche
partiéndonos la cara a besos,
violentando al pasado
porque volvimos de dolernos 
de nuestras fronteras inútiles,
inútiles pues nos tenían lejos
y por hoy los minutos 
nos tienen amándonos con la rabia
que provoca el abandono injustificado.

Y yo, cariño,
siempre te tuve cerca
-aunque no me lo creas-,
había arrancado antes un trozo de tu corazón
para guardarlo en mi mano ante el caos anticipado,
quedándome con él y con la sangre derramada
que me hacían recordar las veces que sangraste
cuando te abofeteaba el alma por mirar atrás.

Pero aprietas mi cintura con tus manos
y yo aprieto a la noche con mi deseo,
me dices que volver a mí
es abrir un cofre nuevo,
que dentro de él habitan
las caricias planeadas,
los besos inquebrantables,
los suspiros que curan,
los adioses inevitables.

Y el dolor tan bello que provocas estando dentro de mí
me hace pedirte más para quedarme con lo poco de ti.

Sé que te irás a donde te llame el egoísmo,
que conmigo el calendario se detiene 
y que un roce de mi mano te vuelve mío,
que los días me pertenecen como tú
me perteneces a mí,
que soy yo el egoísta,
que no puedes conmigo
ni con mis fuerzas
cuando intentas soltarte,
que tengo que dejarte ir
para extrañarte,
que volverás,
ciertamente
volverás.





  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Diga Usted.