miércoles, 28 de enero de 2015

Pronosticar el amor contigo fue terminarlo.

Que abrazado a tu pecho
logro definirme,
darme significado,
-como aquella noche por ejemplo,
que me nombré un río de ausencias,
un río del que nadie bebe
por temor a ser contagiado
de esta extraña enfermedad;
la de llorar a diario
abatido entre saber si lo que hay en mi cuerpo
es angustia o melancolía,
angustia por justificar que es el mundo
el que me preocupa y ya no tú,
o melancolía porque siempre supe
que mis hilos iban a romperse
y a dejar de sujetarme de tus dedos
-Libertad, le llaman muchos-.

Que amándote desde mi derrumbe
sin hacer otra cosa más que contemplarte
no es justo para nosotros ni para nadie,
la ciudad nos mira para ver quien cae primero
y yo, siempre conté los minutos
para verte desaparecer sabiendo que si lo haces
también yo desapareceré,
aunque no contigo, pero si con tu recuerdo,
a cualquier otro sitio que no nos recuerde
que siempre fuimos un calendario
donde se anotan las tragedias
y que enero fue la del círculo rojo.

Que nos llenamos de catástrofes
y a mi ya no me cupo el llanto en los ojos
ni tormentas en el corazón,
que tú ya tenías un refugio
porque habías pronosticado el final
cuando haciendo el amor te diste cuenta
que me era imposible ser tu barca
para llegar al otro lado
y yo nunca te dije lo contrario.

Amor mío,
que te amé tanto,
debí haberte advertido
que la salvación la tenías en mis huecos,
logré llegar a tierra firme
y te vi,
ahogándote entre lo que significa
estar conmigo y ser un náufrago.



viernes, 16 de enero de 2015

La última noche juntos o el inicio de la devastación

Amor mío,
tienes que saber que sin ti 
respirar sigue siendo un triste fastidio,
que hoy abrí la ventana de mi habitación
esperando tu sonrisa con un viento nuevo
y la bruma de la ciudad que un día nos amo tanto
me borró las intenciones 
invitándome a un suspiro que me hizo volver a tus brazos
aunque estuvieras en contra de ello y fueras un fantasma
como antes, como siempre.

Que hoy, hace trescientos sesenta y cinco días
cerraste la puerta antes de que pudiera entrar
herido de muerte
y no te dio la gana curarme;
-Espero curarme de ti  -Me dijiste a lado Sabines-,
maldiciendo mi amor y el tuyo y a mí y a lo que eramos 
sin que yo me enterara de que estabas enfermo.

Después le anunciaste al cielo que te había devuelto
mi espalda sin alas
y yo, entonces 
tuve que repetirme en otras bocas
y en otros sexos para poder volar,
pero nada resultó suficiente porque 
nada se parece a ti ni a mi vuelo.

Y ahora vivo exigiéndome perder costumbres
como las de no llamarte, ni buscarte en los sitios 
donde fuimos un incendio de besos 
quemando pasados dolorosos y corazones afligidos.  

Amor mío tienes que saber
que sigo teniendo la misma expresión en el rostro
de a quien se le abandona a las nueve de la mañana,
como tú lo hiciste conmigo como cuando desenterraste
el odio para colocarlo junto a mi almohada para volverme
un pasado herido. 

Hoy es preciso que sepas
que yo, esa noche,
llevaba en los ojos una carta para firmarnos la paz
y sin embargo todo acabó con una ruleta rusa
siendo tu amor una bala a quemarropa 
para las esperanzas de permanecer a tu lado cuidándote, 
salvándote del maremoto de tu llanto, bebiendo de el 
para hacerte del corazón un verano;
y una vez más, no fue suficiente
no tuve tácticas.

Sigo siendo el mismo y me repito,
y he tenido que repetirme en otros labios que no son los tuyos,
en otros ojos que no resultan suficientes para calmarme el caos
que dejaste cuando aprendiste que el amor se multiplica en otro
nombre y en otros ojos que sin ser los míos te convencen al punto 
de dejarme agonizando entre tus mentiras y las mías.

                                                                                              Tuviste que irte y 
                                                                                                   mi corazón en ruinas
                                                                                                        te reclama en las noches
                                                                                        más absurdas,
                                                                                                            cuando menos pienso en ti
                                                                                                          pero que es cuando más 
                                                                                                     te necesita mi cuerpo 
                                                                                                                  que te extraña.                                       

jueves, 15 de enero de 2015

Pero me prefiero contigo.

Me abrazo a ti 
y olvido todos los años que he vivido
de paz a guerra entre el consuelo y el recuerdo,
me vuelvo niño, nostalgia, historia, tu amuleto
y te digo
que dentro de mí
existen tantas posibilidades para quedarte
como lágrimas para despedirnos por siempre.

Y de pronto pasa, ya ha pasado,
te das cuenta una vez más del color de mis ojos
y evades cuanto amor nos devora
preguntándome si hace frío,
si ya es media noche, si he llorado,
y me dices que te duelen las manos
de tanto acariciarme  y te detienes
y me das las espalda y yo te sostengo
con mis dedos para protegerte del abismo.

Y te extraño de inmediato
estando en la misma cama,
en la misma noche que le grita
a tu cuerpo cansado que mi espalda
está agotada de tanto cargar 
con tus silencios
y te amo sin abrir la boca
y me pides que cierre los ojos y todas
mis puertas para que no puedas entrar 
porque le temes a los anuncios de salida.

Regresas a mi,
dos minutos me han envejecido
y me pides perdón abrazándome la ausencia,
reparando el daño que me hago a mi mismo
por llamarte en voz alta cuando estoy a solas
construyendo tumbas para enterrar los sueños
donde te tengo conmigo y tú te tienes solo a ti.

Pero volvemos, sabiendo que hacernos el amor
con los ojos cerrados lleva la misma responsabilidad
que cuando los tenemos abiertos
y el mundo se reconstruye entre tu torso y el mío
y tú te sales de mi y yo me salgo de tu cama 
despidiéndome mientras me pongo la ropa 
y tú te quitas mi aroma para no dormir herido.









lunes, 12 de enero de 2015

Tantas veces regresaste cargando tus penas

Ya no eramos,
era yo haciéndote el amor,
consiguiendo tus orgasmos
para dejarlos enterrados en mi carne
y poder despedirte al amanecer lleno de ti
y de tu ausencia,
porque mientras te acariciaba el pecho 
tú huías a la memoria de otro cuerpo
y yo me volvía frente a ti y te mordía la barba, 
y te llenaba el cuello con mis heridas
para que conocieras la historia de mis años, 
para que cuando te encontraras frente al espejo
mirándote sin mi
supieras decirme adiós
y yo saliera ileso.

Tantas veces regresaste cargando tus penas
y las de él y las mías, que en los ojos
se te encharcaban todas las lágrimas
que pudimos llorar tú y yo al sabernos
cenizas de un incendio mal logrado
que se apagó por la humedad de quien
ya amabas mientras yo me fui haciendo
cenizas al ritmo de tu abandono. 

He llorado tanto por ti que he mirado de reojo 
las veces que me hiciste el capullo de una flor
entre tus labios 
y he visto en mis manos tu nombre escrito
para que al acariciarme obtenga como respuesta
un golpe de desolación donde existe el no te amo
y todas las demás frases que se incluyen 
al romper un corazón.

Fui de ti un reloj marcando la media noche
y tú tenías que huir,
por más que fuera el amor 
la vida para amar a alguien más
te llamaba 
porque te aterraba envejecer
entre los minutos que pasabas conmigo,
y yo venía de otros siglos donde amarte
me era suficiente pero a ti el futuro
te arrancaba suspiros y deseos donde 
yo no figuraba.

Por una vez, 
ahora logro reconocer 
que siempre fui un siglo herido,
por ti, lamento haber envejecido.



lunes, 5 de enero de 2015

La redención sin ti.

Supongo
que es bueno reconocer
que desde tu último abrazo,
se abrieron todas las puertas de mi corazón
y que por fin,
ha entrado una luz 
que hace del dolor una demora 
o le impide llegar.
Que desde ti, 
todos los silencios hacen más ruido que mis manos 
esperando por las tuyas
temblando o sufriendo porque están solas.

Es justo reconocerle al tiempo 
la belleza transcurrida mientras tú no estabas a mi lado
llenándome la boca de excusas o generando risas falsas
-Porque siempre dijiste que me hacía falta sonreír-
y que entre lágrimas solo quedaba un futuro devastado,
que siempre era yo
el que cerraba los ojos
cuando brotaban estrellas del cielo
para no despertar del sueño que me había 
provocado la primera vez que nos besamos.

Que amarte
fue también tejer una bufanda
para el invierno
preparándome para tu abandono,
y para las sonrisas que dejaste en los espejos de mi casa, 
donde todo se llenó de ti 
y ya no cabía ni siquiera yo,
y que los avisos por quedarme sin ti palpitaban 
en todas las esquinas para que no doliera buscarte luego
y arrodillarme después 
frente al fantasma en que te habías convertido.

Que sin ti,
un año se convirtió en una canción 
cien veces repetida en las ansias de mi alma
cantando que lo de menos era encontrarte enamorado
de otro proyecto que no fuera yo, 
que no fuera mi cuerpo 
ni los planes que hacías mientras me acariciabas el cabello;
como dándole a entender al mundo que me iba a quedar sin ti 
y que por justicia tenías que burlarte de mi tristeza
para comprender que me habías vuelto un poema herido
y te era inútil repetirlo (repetirme).

Ahora entra cualquier otro corazón, que junto al mío
se vuelve una melancolía multiplicada por las veces que me besaste, 
por las veces que me pediste  que me quedará para calentarte la soledad,
que no pudiste entender cuando me veías volar fuera de tus brazos 
o cuando me pedías que no mirara al norte por temor a infringir las leyes de tu sur.

  

viernes, 2 de enero de 2015

Enero 02 2015.

Y así, (Enero 02 2015)
A ti, 
tiempo inmemorable,
lo que va, lo que llega, lo que nadie entiende, 

lo que nadie quiere leer o leerá entre líneas.
El monólogo de siempre en el que permanecemos siendo héroes, 
antagonistas, amantes, locos, fugaces. 
Aquí,
donde las flores se marchitan porque no hay quien las recuerde

a punta de recuerdos llorados, donde el verano se ha borrado
de las estaciones porque ya no da más ni da menos,
ya no es sino una canción 
que uno recuerda y que duele y entonces olvida 
porque nadie quiere sentir dolor,
y el dolor es quien nos reconoce 
cuando nos encuentra llorando en todas las esquinas de la casa,
en todas las calles de la ciudad, en algún café abandonado por quienes 
dejaron de amar porque se cansaron de amar,
en los que no creyeron en las azucenas de un jardín eterno 
y en quienes incendiaron los sueños para no soñar y volverse
 una realidad tan triste como la tristeza de mis ojos. 
Los que prefieren olvidar aunque exista un cielo repleto de explicaciones
acerca de seguir vivos entre tantos muertos
o muertos entre tantos muertos, porque quizá somos también ellos, 
los que no están o somos pocos los que estamos.
Ahora seguimos nosotros,
Los que poco creyeron y los que siempre creímos en todo, 

incluyéndole al alma una razón para seguir la ruta,
luego otra razón, y otra, luego todas las demás 
hasta que fuera suficiente saber que la vida se llama así.
A los que no supieron ni saben vivir entre el amor y la locura. 

Ustedes han juzgado sin saber 
que entre la pasión y el delirio 
no hay huecos, 
sin saber que el amor es el amor,
 porque en realidad no saben lo que es el amor
 ni lo sabrán, tampoco yo, quizá.