No me mires,
no me llames,
no llames a la puerta de mi corazón
que se ha vuelto un espejo
donde ahora tengo que mirarme sin ti
pues ya ni mis ojos cargan con tu reflejo.
-Te estás yendo poco a poco.
No busques entre tus infiernos mi fuego,
ni mis cenizas, ni la sangre seca que quedó
tendida en el suelo cuando salté a la suerte
de tu abandono.
No pienses en mí,
no me sueñes,
no atravieses el pasado
con tus penas
para venir a mí
porque ya no estoy,
ahora soy yo el que se ha ido
luego de tantos vidrios rotos,
de tanto armarme el corazón
y desarmarlo para antojo del tuyo.
No me recuerdes,
no te fíes de mí,
no me hagas referencia
de un amor que inventó palabras
de consuelo para evitar tu soledad,
que yo solo hablo de ti en los días
de viento para ver como también
se marcha tu nombre
con todo
lo que
amo
de ti.
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