Estoy enamorado de mis ojos
cuando te ven volver,
resucitas la luz con tu cuerpo
por donde quiera que pases,
especialmente cuando
estás por llegar a mí,
te acercas más
y ya no me asustan las derrotas
ni los monstruos en las calles,
ni el sol de medio día que quema
cuando no está abrazándome tu sombra.
Estoy enamorado de los aciertos
y del orden que causan tus manos
cuando tomas las mías,
parece que dicen que estoy a salvo,
otro acierto más, y acomodas mi vida,
mi rutina, mi sonrisa.
Y así
inesperadamente,
te beso,
me anclo a tu boca
y me enamoro de la mía
buscando palabras para no prohibirte nada,
para que equilibrarme en tu pecho
y encontrarme o descubrirme
una y otra y otra vez
pero siempre en ti.
Estoy enamorado de mi optimismo,
del remanso que provocan la mañanas
cuando mi piel se despierta con tus ecos,
porque sé que tu sangre grita mi nombre.
Estoy enamorado de mi mal humor,
de mi buen humor, de los sentimientos
cotidianos, de las emociones vivas,
de las emociones muertas,
enamorado de sentir,
sentirlo todo a tu lado.
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