jueves, 14 de mayo de 2015

El día que la libertad se declaró por sí sola.

Yo me quedé albergando tanta melancolía
que hoy que quiero decírtelo, 
me refiero a lo que nunca pude,
se me hacen los labios un nudo de excusas
solo para no desperdiciar este día nublado
y seguir contemplando mi tristeza.
La tristeza que conseguí tras verme roto en el espejo
y verte a ti atrás de mí, roto también de tanto desamor,
palabra que pensé jamás pronunciaríamos,
palabra que pensé jamás en escribir.
Lo que si puedo decirte es que mires dentro de ti
todas las huellas que dejé de nuestros encuentros
y las tires por la ventana de tus ojos, ya no te servirán,
yo hice lo mismo tiempo atrás y con el paso de los días
te fuiste convirtiendo en una balsa navegando lejos 
en aquella playa donde nos escribimos juramentos
entre la arena y la arrebatada manera de hacernos el amor.

Lo que si puedo decirte es que me liberé de mí,
de mi miedo a perderte, de las noches sin ti,
de engañar al tiempo haciéndole creer 
que estabas aquí conmigo, 
lo que si puedo decirte
es que también me liberé
de ti.

De vez en cuando tropiezo con un amor 
parecido al tuyo y del tropiezo, la caída,
pero ahora levantarme lleva consigo 
mis alas que una vez intentaste romper 
imaginando que algún día volaría 
y no te llevaría conmigo.
Los siento mi amor.
No puedo decirte que la libertad 
se declaró por sí sola,
que ya no te culpo de mi mal sueño,
ni de mi futuro insistente por el tuyo,
que ya no fumo por las noches 
para no traer tu sabor al mío,
que apago la música y cierro los libros
que hablan de ti 
porque eso sería
como poner punto final
y recordarte se me ha vuelto un vicio.


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