jueves, 27 de septiembre de 2012

Cumpleaños


Ayer poco antes de la media noche quizá a las once y cuarenta comenzó a llover, se escuchaba la lluvia serena cayendo con elocuencia y serenidad invitándome a celebrar un año más de vida o un año menos. Decidí salir y mojarme con un poco de las lágrimas que había guardado durante tanto tiempo, durante tantos años y esas gotas inmensas inexplicables, me susurraban alguno de mis delirios y me veían desde arriba gustosas de estrellarse contra mi cuerpo para penetrarme la sangre y los huesos, con su fuerza las escuchaba hablar -No hay miedo, ya no esperes nada porque somo tu y tu eres nosotras.
 Me hablaba el agua infinita y secular que provenía de la bóveda celeste de todos mis pensamientos y yo alzando los brazos y estrujándome la fuerza de gritar logré sumergirme y ahogarme en el placer tendido de sueños para mi consuelo.
 Siempre la lluvia es en septiembre, en mi septiembre tormentoso, amoroso, indiferente, monstruoso, rapaz. Pero siempre es mi septiembre donde justo la lluvia me acompaña y anoche no me dejo sólo mientras transformaba los espacios de mi corazón para volverlos a colocar en su sitio mientras esperaba unas rosas, una canción, una llamada, un beso, un suspiro. 
-No hay miedo, ya no esperes nada porque somo tu y tu eres nosotras. Y así lo entiendo, no puedo ahora librarme del hechizo aunque recurra al llanto inmenso que ha recorrido conmigo el camino de mis circunstancias, y no me duele, sólo que desde niño aprendí a llorar como Dolores del Río o como Silvia Derbez, el drama me viene muy bien, las lágrimas también aunque los ojos se resisten y enrojecen y el rostro se hincha, la nariz se dilata y las mejillas se surcan, que más da soy experto al instante del llanto, en una canción, en un funeral, en una película, en las letras de un libro, cuando bebo una taza de café y ni hablar de un buen trago. Con mi lloviznado llanto he mojado las cosas mas inimaginables y siempre una lágrima tiene que rodar en el momento menos preciso o quizá en el mas preciso. Hoy ya no me cuesta trabajo entender motivos y razones de este encuentro conmigo mismo y con lo que viene dentro de mi, lo que incluye a mis entrañas a mis adentros a mis monstruos y mis tarros de miel, porque a una bestialidad siempre se le encuentra la belleza sabiéndole colocar el beso correcto en la mejilla correcta.
Prefiero no tener miedo, ya no quiero tener miedo ni excusarme, ni disculparme con nada ni con nadie. Sólo llorar y sonreír, darme paso a la siniestra sombra de mis ilusiones y darle paso a la inmensa luz de mis sueños y mis planes. Si no funciona la muerte de todo esto suena como buena opción al igual que la resurrección.
No habrá entonces fango tan espeso ni fuego tan ardiente. 

martes, 25 de septiembre de 2012

Ausencia de mi

se me apagaron los ojos, no sé si por el golpe o por la tristeza de mi desesperación, me cuesta trabajo hablar y conectar palabras, tampoco estoy seguro a que se debe. Un accidente que tomé a la ligera se ha convertido en mi cruz llena de clavos y astillas y ahora lo afronto con una fuerza desmedida.
Me duelen mas situaciones y mas circunstancias. Pero temo por mi ojo y mi hombro aunque lo físico en mi vida puede ser no tan elemental, en un segundo me dí cuenta que antes de superar el fracaso llega la inesperada visita de un lamento, un accidente que me imposibilita y me absorbe el cuerpo con el temor a olvidar la vista de mi ojo derecho o a resignarme a la rigidez de mi hombro derecho.
Tengo la oportunidad de sentirme triste, no sé cuanto estoy perdiendo, pero sé también que puedo ganar. Y que mi cuerpo no dice mentiras, no es inmaduro, ni falso, ni farso ni tampoco enfermo. 
Estoy seguro que sanaré porque no es mi momento para destruir lo que he construido, a pesar de que no sea nadie, de que no sea nada, de que no esté a a la altura de nadie, eso si lo reconozco, mi cuerpo lo sabe, mi mente lo sabe. Mi corazón no lo reconoce y lucha contra los dolores físicos que me asechan como un coyote en busca de su carnada. Si pierdo la vista un ojo me queda, si pierdo la movilidad de un brazo, el otro me queda, si mi espalda no responde tengo los pies que me ayudaran a sanar. A sanar en este movimiento de la vida donde no busqué herirme, donde el Karma me respondió sin culpables y sin responsable,s sólo fue de mi. Un ojo, un brazo. Ya no importa porque me queda el corazón inmenso y la realidad con la que vivo y resuelvo que las circunstancias son justas.
Y el amor es justo, tu amor, tu esencia, tu aroma, el olvido, la llama que nunca se apaga. Eso me mantiene en un hilo de esperanza

lunes, 17 de septiembre de 2012

Andrea

A tus ojos eternos niña eterna, a tus ojos que miraron mis ojos y que en un segundo se convirtieron en los míos. Tu nombre también mi nombre. Andrea con los ojos engrandecidos entre una mezcla sencilla, ternura y tristeza, el cabello negro como tu mirada y liso como tu tiempo, las manos escondidas en un suéter que te quedaba muy grande y con calcetines azules con estrellitas blancas. Pequeña Andrea nos dimos la mano cuando pregunte tu nombre y me incline un poco porque eras pequeñita y hablas muy quedito, quise inclinarme más, hincarme pues y abrazarte bajo el sol de un norte que te olvido y que a mi también. Sólo era yo mirándome en tus ojos grandes y tu sonreías al igual que te llevabas la manga del suéter a la boca.
Pequeñita y serena la tierra que pisábamos, como tú, pequeñita y serena y eternas a la par tu y la tierra, el color moreno de tu piel y tu edad, cinco, seis, siete años y en los días que te llegaron y en los que vendrán una estrella depositada en tu destino pequeña Andrea, niña de ojos eternos niña eterna. No pude abrazarte porque mi corazón crecía en mi pecho y me detenía la rutina de respirar y las lágrimas me ahogaban la vista y no quería dejar de verte, pero lo hice, salí corriendo a refugiarme detrás de un auto y me desmorone entre la tierra, un montón de tierra y quise regresar para abrazarte y tu desde lejos me buscabas y yo sin que te dieras cuenta volví a mirarte pero me escondí de nuevo. Me dio por correr, por huir pero alguien me detuvo y el corazón de mi tiempo se detuvo también y me paralice, dejé los argumentos y las gesticulaciones volví a tu recuerdo mientras me marchaba, recuerdo infinito y grandioso de tu eternidad y tu belleza, de la magia al encontrarte y haber visto en tus ojos el cielo mas limpio y las estrellas mas brillantes. Estarás ya siempre entre las fotografías de mi memoria con las preguntas escritas en la melancolía de mis días. Serás feliz? Te encuentras bien? Niña eterna que vas a ser cuando seas grande? 
Andrea. Un abrazo.