miércoles, 6 de mayo de 2015

la desazón en un tiempo.

Te cuento esto 
porque no he dejado de buscarte,
la vida me escupe en un sueño la sangre de tu corazón
y soy yo quien renuncia a todo lo que no sea tu rojo.

Podría decírtelo de otra manera:
que los dos morimos en el accidente 
del abrazo,
que tu muerte golpeó mis noches
y las volvió un lienzo de penas
en las que dibujo tu rastro.
Que un día amanecí 
con la piel envenenada 
por tu saliva,
que no morí,
pero que terminé
pareciéndome 
a ti.


 

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