miércoles, 11 de febrero de 2015

XVII - Nacer con el corazón roto.

Por suerte los minutos anuncian el olvido,
y desde este montón de penas
le hago el amor a tu fantasma.

¿Sabes lo que intento decir?
No estar contigo acumula escombros
de todos los desastres en los que nos amamos
y camino sobre ellos, ya no para llegar a ti
sino para hacer otro intento
por volver a correr sin huir,
por bailar sin temor a que te marches
porque te duele ver como me ama el aire,
a elegir un día de sol en el parque a una tarde gris
que llora conmigo cuando miras por la ventana
esperando a que el viento te empuje a él 
y  a otros amantes que no hayan nacido
con el corazón roto
y el reloj a tiempo
como yo.

Que sin ti
reconozco a la gente que se ama en las calles
y con la mirada les deseo un buen día
y cedo mi siento en el autobús con una sonrisa
a los que veo cansados de estar solos o llevan un secreto
entre los labios,
y entonces también soy ellos y los amo como ellos aman,
con la rabia de una ciudad que lucha y resucita
de la misma manera que lo hicieron los que pensaron
que iban a morir de amor algún día
 y al final descubrieron que solo era un resfrío.

Pero también te amo
¿Ya lo entendiste?
Yo, quien rompe la rutina con belleza,
y en las manos cargo flores 
que no se marchitan,
cartas sin malas noticias,
palabras simples que matan
el dolor del silencio. 
Y por eso también te amo,
te sueño, y acuchillo mi duelo
para llenar mis heridas de las tuyas
comprendiendo que mirar atrás 
es únicamente
para mirarte a los ojos sin que estés,
tomarte de la mano casi sin sentirte
y entonces,
no enfermarme de tu pasado
se vuelve más liviano,
se desvanecen las ruinas 
aunque te siga amando.

                  Lo voy a conseguir
                    estoy volviendo a mi
                         y que bello es el triunfo.
              









No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Diga Usted.