lunes, 13 de julio de 2015

Orgullosamente triste (No al final).

Me declaro orgullosamente triste,
un breve suspiro de tu pecho cuando
acordándote de mí te viene la asfixia
porque te ahoga el aroma 
de la flor abierta de mis labios,
triste porque es la palabra que aprendí
a deletrear mientras en el amor te hacías pequeño
y yo grande para despedirme sin puños de tierra
ni ataúdes de plata y sal.

Me declaro triste y con memoria
porque sin ti las sirenas no avisan las mañanas
y los relojes se apresuran en la marea de mi sangre
lumbre y mis ojos mojados por tu lluvia lejana.

Lo recuerdo: tenías los ojos más lindos del mundo
y yo la sed para que en ella lloraras tu soledad,
ahora es imposible mirarme en tus dos posos oscuros.
Fuimos felices -Me dije un día- 
y luego te lloré un martes y otro martes
y de pronto el lunes hice un final;
el que pude entender porque las horas me hablaban
de lo que iba a ser mi cama sin ti.
El final que dicté porque
me resultó más fácil herirte 
que rescatarte del olvido.

Triste porque una noche me abracé
a tu desgracia para poder dormir
 y tuve que sonreír para dejarte atrás
de todas las veces que inventé
que te pertenecía
o peor aún
que tú me pertenecías a mí,
triste con todos mis intentos
por evitarte en el amor,
triste porque lo conseguí, 
feliz a veces, feliz sin ti.




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