jueves, 8 de octubre de 2009

A veces nada III

Hablo con dejo de otros mares, y ya no sé que arenas, guardaran secretas aquel pequeño puñado de historias que fui tan lejos de aquí. (Liliana Felipe)
Te lo juro que me negaba a escribirte (no sé por que). De un tiempo para acá he tomado desiciones que me sorprenden muchisimo. Yo decía -No por qué hacerlo?. Qué fin tendría?...
Pff... Yo que sé, ya no me hago ningún cuestionamiento, ahora lo que hago, lo hago por que me da mi gana. Por que me siento capaz.
Rocio, místico rocio.
No hay piedras, no hay arenas,
y fugaz tu alarma divisora de rio.
sólo provoca eco en las cadenas.
Recuerdo lo que hace más de seis años me alimentaba la razón, era algo musical desde luego. Tibio, tierno, iluminador, protector... Fino también. Por que me ayudaba a llorar con el rostro de frente, sin avergonzarme de mis lágrimas ni de mis penas. Me enseñaba a jugar al melodrama de mis sueños, a las peleas imaginarias con los que nada sabían de mi desgracia.
Esa música entretenía mis arranques de huir hacia un futuro del que nada me esperaba, y mejor que eso, me llevaba a un delicioso pasado del cual siempre quise aferrarme con valentía.
Y así sucedía por momentos, giraba el ``cd´´ en el reproductor y giraban mis ideas y mis sueños. Y me llevaban allá donde el vinculo entre mi abuela y yo era tan estrecho que sus canas eran mis canas y sus recetas de cocina eran mi alimento sin la necesidad de preparlas.
Donde dormía con mi tita la merecida siesta de las cuatro de la tarde para luego practicar los rezos del catecismo.
Aquello me brindaba la dosis exacta de nostalgia para gritarles luego -Te Amo. -Soy feliz. -Hoy también.
Esa música,,, esas notas, ese piano... Esa totalidad... La vida despertaba y yo con ella forjando un interés más allá de lo normal... Soy feliz

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