lunes, 23 de noviembre de 2009

Lo que hay...


El desierto como locación.
La lágrimas como antagonistas.
El miedo como Director.
Las sirenas de las ambulancias y patrullas como soundtrack.

Son los tiempos.. Oí que me decían un día. -Los tiempos de que- dije. De un gobernante que se muere y se mea de miedo y al cual se le esta pudriendo el colchón y el trasero. Cara sucia, mano sucia. No hace nada, todos estamos desprotegidos y recuerdo que alguien me dijo que eran los tiempos. Mierda, mentira.
Los tiempos son los tiempos. El crimen y la impotencia son otras cosas. Uno no es responsable por estar en el lugar equivocado a la hora equivocada. Dios guarde la hora dicen las que rezan.
Que alguien nos protega dicen los que ya no encuentran opciones.
Uno vive al día.... Al dia en que matarón en aquella esquina, al día en que asaltaron a alguien en la otra esquina, al día en que los que están armados te amenazan.
Y muchos vivimos como zombies en el asfalto, en espera de alguna esperanza... No sé. Quien sabe?
Muy pocos lo saben y los demás con el poder de reírse de nosotros se carcajean y nos usan como carnada, exponiéndonos al filo de un gran susto ó peor aún de la muerte.
De esta calamidad no se salva nadie, todos tienen una historia que contar aunque se tome de terceros: Leyendas urbanas, mitos de terror y balas, cuentos de muerte y dolor.
Lo peor es cuando uno lo ve y lo siente hasta en las entrañas.
Tienes que decidir
quién prefieres que te mate:
un comando terrorista
o tu propio gobierno para salvarte
del comando terrorista.
Tienes que decidir
qué prefieres que te mate:
la pobreza, la miseria,
el Tratado de Libre Comercio
o el programa contra el hambre.
Ya se acabó aquel tiempo
en que decidían cómo nos mataba
y sin preguntarnos si quiera por pura cortesía.
Si era nuestro deseo el de fenecer,
como los mosquitos al amanecer,
o morirnos de sed.
Ya nos mataron de tantas maneras,
ya nos cansamos de ir al panteón
ya no sabemos si somos ciiviles,
rehenes, vampiros o simples mortales.
Pero, de tanto morirnos
al menos nos hemos ganado el derecho
de decidir cómo queremos morir.
Tienes que decidir cómo prefieres morir:
de hambre natural,
de asco terminal,
de pago de predial,
ahorcada con tu chal,
debiendo un dineral,
cruzando de ilegal.
Ya se acabó aquel tiempo
en que decidían cómo nos mataba
y sin preguntarnos si quiera por pura cortesía.
Si era nuestro deseo el de fenecer,
como los mosquitos al amanecer,
o morirnos de sed.
Ya nos mataron de tantas maneras,
ya nos cansamos de ir al panteón
ya no sabemos si somos ciiviles,
rehenes, vampiros o simples mortales.
Pero, de tanto morirnos
al menos nos hemos ganado el derecho
de decidir cómo queremos morir.

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