viernes, 27 de noviembre de 2009

El beso de la muerte

Y que te vas, ya lo presiento, ya te veo más allá a lado de las ollitas quebradas,
sé que no abra carbón muriendo solo, ni cenizas de papel jugando en el aire.
Aire en crisis, devastación de animas radicalmente entregadas a los otros
y nosotros entregados a los santos obligados a cuidar las ventas y los robos,
San Martín Caballero, San Judas Tadeo, nunca San Sebastian.

Volteo hacia las carpas de lona azul y a las cobijas protectoras de la inmundicia
quisiera pedir una nomás para sentirme seguro de mis carnes y mis huesos,
quisiera abrazarme de algún brazo forjado por las canastas y los anafres y
por pura inercia llorar y suplicar consuelo.

Quisiera tantas cosas, y tantas cosas quisieran que no exigiera nada,
pero se va el sabor, se van los olores y me quedan unas pocas monedas
para dárselas al que me pide como yo pido amor.

Y te siento que te vas y me siento allá sentado en una piedra en Real
Diciendo el poema que luego vi y luego recordé para volver a ver:

El beso de la muerte.
Este fue el primer y el último beso,
no hubo reproche ni sometimiento.
Resignación en todo caso.
No quisiste mi abrazo de buitre,
ni mis dulces y tiernas caricias,
huiste despavorido al verme,
y yo en cambio sentí el flechazo en mis ojos.
Siento lo de tu muerte,pero es mi vida o la tuya,
sé que te escondes al ver mi sombra,mi cuerpo...
((((((max volckaert))))).

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