lunes, 2 de diciembre de 2013

Después del mediodía

Se me evaporó el café en el alma y sigo pensando en las tazas que están por venir y que están por desaparecer comenzando por el centro de mis labios hasta la plenitud enferma de mis entrañas, una taza más. Y una canción en el playlist que me hice dedicado únicamente para estos días de invierno.
Bebo café cerca de una ventana donde el viento se manifiesta trayendo mariposas amarillas que se acercan a la buganvilia morada y hacen un pacto hermoso, un rito de amor y color, el viento en tremendo acto de ternura desnuda a las flores y las hojas que quedan aferradas a la tibia conciencia del sol pero al final caen simultáneas, divinas, eternas, finas al suelo de cemento y tierra seca yo sigo observando y me apena saber que voy salir a barrerlas y a abandonarlas en una bolsa absurda de plástico para luego dejar todo en manos del camión de la basura, particularmente del joven guapo y sonriente que me encuentro a veces cuando a las seis de la mañana salgo corriendo porque olvidé algunas bolsas.
Y viene otra taza de café y otra mariposa amarilla y a la mente el regaño de mi mamá -Como fumas que barbaridad-. Luego otra canción que particularmente escucho a estas horas ``winterwandering´´ ¡Ay! como se me encharcan los ojos de lágrimas y de que manera se me viene un nudo a la garganta y un peso invisible en la nuca que me aprisionan durante casi cinco minutos que es lo que dura la canción y al terminar, un estruendo en mi cuerpo me sacude y vuelvo de todo aquello a las venas de mi memoria ese torrente furioso de sangre que da cientos de vueltas con sus anhelos y sus sueños limpios de tristezas. Regreso, vuelvo y me quedo. Siento que recuperé parte de mi esencia bajo los efectos de ya no sé cuantas tazas de café y no sé cuantas canciones, extraño las hojas que ya no cuelgan de los árboles y extraño las flores y los pétalos que ahora agonizan en el suelo. Extrañamente no agonizo yo, por primera vez en mucho tiempo las venas de mis ojos se han quedado quietas y no han enrojecido ni se han convertido en trozos de lumbre, no tengo las ojeras hinchadas a pesar de lo mucho que he llorado, no me tiemblan ni me sudan las manos y regreso.
De mis labios se fue el azul tan melancólico y falto de oxigeno y regreso ese dibujo rosado que me provoca sonrisas. Otra taza de café que el placer de añorarlo todo nunca es suficiente.
Pensar en que mañana miraré por la ventana quizá la misma escena y con el mismo café hirviendo mi sangre y cicatrizando surcos de mi interior me da un brillo particular en los ojos desde ya.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Diga Usted.