jueves, 12 de diciembre de 2013

Breve mudanza de un corazón desatinado

Hoy por la mañana desperté confundido, con jaqueca, ¿Una resaca emocional quizá? No, un coma producto de una melancolía así me diagnostiqué pues porque al levantarme de la cama vi mi rostro en el espejo  y tenía cicatrices de besos y caricias apagadas, presentes de un recordatorio lleno de anhelos. Así cargué con mi cuerpo para ir por una taza de café y un cigarrillo -Que sea lo primero que siente la abstracción de mi alma después del estado en el que permanecí. La melancolía tiene efectos secundarios falta de apetito, párpados oscuros, ojos en silencio, alguna mueca que disimula el dolor y luego un coma, ese sueño profundo y abismal en el que fui cayendo y cayendo y un espiral que al final me trajo de vuelta.
-¿Si no lloro no es necesario? Sólo hice un intento apreté mis labios y me llevé las manos al rostro que aún tibias por que habían sostenido la taza de café tibiaron también a mi añoranza, mis planes, mis transfiguraciones, tibiaron también mi pasado y no sucedió ni una sola lágrima. Me acerqué a la ventana para mirar entregarme a la experiencia de estar vivo, niños a la escuela, gente por un lado y por el otro preparándose para su rutina, pájaros en el alambrado, algún que otro jardín amarillento y seco, la sensación de que llegó el invierno o mejor dicho la sensación de que yo llegué al invierno. Entonces de una manera extraordinaria se me fueron abriendo los ojos y brillaba un horizonte por donde mi mirada pisara, adentro o afuera adentro de mi, afuera de mi y también mis ojos brillando y de los ojos una conexión al corazón que comenzó a palpitar al ritmo de una canción que iba yo cantando bajito bajito y junto a la canción una frase que escuché hace tiempo ``Va a ganar el amor´´. Y si, así comprendí todo y entonces me abracé fuerte de mi, me reconocí y apapaché a mi corazón y lo traje conmigo de vuelta y lo hice mirar y lo hice respirar con esperanza y nos prometimos no rendirnos y nos sincronizamos en un mismo suspiro de nostalgia envolviendo memorias y locuras hermosas. Luego de la nada obtuvimos un silencio con el silencio una sombra, con la sombra un desasosiego y nos fuimos oscureciendo sin entender nada sin saber nada y escuché un quejido no sabía si era de mi corazón o mío y luego un llanto -Ahora si nos dio por llorar. Nunca es tarde para llorar ni para dejar tanto dolor por medio del río del llanto, -Salgan pues todas las penas que aquí mi corazón y yo seremos pacientes. Ahora una chispa de luz, pequeños destellos saltando por aquí y por allá formando un cielo un suelo, un escenario, una ampliación, una nueva angustia pero también una balanza. Así le vienen los días a mi corazón y no tengo miedo ni tenemos miedo nos dirigimos directo a vivir nos estamos dirigiendo a la vida.




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