lunes, 16 de septiembre de 2013

Repetitivo

Me apresuro a escribir faltan casi quince minutos para las siete de la mañana y  a penas he dormido dos horas, no es algo inusual y no quiero hacer alarde de mi insomnio bohemio, pero precisaba de poner mis dedos sobre el teclado para aliviar el dolor de la dura espada que traigo atravesada entre el pecho y la razón.
Vuelvo a lo mismo, a los recuerdos, a escribir una vez tras otra de manera repetitiva situaciones de mi corazón demolido por amores platónicos, por ese inquietante sinsabor de saberme preso de mis emociones, de la adicción por unos ojos paridos por la luna. Como aquella vez cuando escribía sobre él, sobre su sonrisa y su barba rojiza y  sus ojos encendidos de miel y avellana. -¿Lo ven?, vuelvo a lo mismo a volver a volver a regresar al pasado a repetir caminos y rutas que tracé hasta llegar hacia él y a repetir en los archivos de mi memoria  el camino y la ruta que tracé cuando huí de él.
Vuelvo a la nostalgia a repetir nostalgia, vuelvo a la escasez de palabras y a la incomprensión a la incertidumbre, vuelvo a percibir de la nada (quizá producto de mi locura) la esencia del invierno, el café con canela, la loción de Gucci, el olor del asfalto mojado por la nieve, su beso indiferente, la mentira en la que vivía. Y ahora me apresuro en escribir para estar pendiente de cada uno de mis pensamientos de lo que pueda repetirle a mi corazón a mi cabeza o a mi alma -¿Lo ven?, de nuevo mi alma la misma que me ha llevado a distancias inexplicables y a lugares donde tengo que involucrar la palabra amor al primer instante.
Intento no repetirme pero en mi demolición encuentro rastros de amores que nunca llegarán, recuerdos inventados, tomar la mano de alguien que nunca existió, un beso profundo que jamás fue dado, un abrazo palpitante, una palabra de alivio, una sonrisa de complicidad, todo ello entre fantasmas y silencios. 
Vuelvo a repetir la desazón que me provoco por el mero gusto y pienso en ti y a veces no y a veces me hago a la idea de que nunca exististe. Repito con una constancia ferviente que no puedo herirme así, que tengo que desprogramar esta historia la que me conté desde niño y la que me invente durante mi juventud para crear la formula perfecta para amar y ser amado y sentirme pleno. Pero ni de niño ni de adolescente la magia funcionó y ahora comprendo (repitiéndolo con fuerza) que no hay formula que el amor es el amor en su propia esfera y si entras en ella afortunado pues y si no... Quizás también.

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