viernes, 6 de septiembre de 2013

Fuego II

Siempre quise ver las estrellas sin lágrimas  en los ojos sin ese liquido mal intencionado que brotaba y brotaba y me nublaba la vista, fallido el intento lo único que podía sentir era el calor de ese fuego que se encendía muy adentro en alguna parte de mi. La noche me esperó y charlamos pero se fue porque con mi melancolía se le llenó el alma de ideas a cerca de como planear un día nublado y la continuación de él, quizás algo de lluvia o también una tormenta. Antes de irse tomó medidas del tamaño de mis lágrimas y fue analizando una por una hasta encontrar la mas grande la que luego se llevó con ella para amoldarla a la misma gota que luego caería sobre el asfalto, estrellándose furiosa como lo hacían mis lágrimas en la palma de mis manos.
La noche se marchó silenciosa y permanecí quieto casi inmóvil sintiendo aquel fuego que se avivaba en mi con el soplo de mis sueños. Ardía despacio entre mi vientre moviéndose entre mis entrañas para buscar otro lugar en donde crecer.
Yo era un escena y el cigarrillo, el café y la ventana eran el reparto que actuaban de acuerdo al papel que se les había otorgado, de vez en cuando el café improvisaba lanzando un humo oloroso y fascinante realizando su mejor técnica para brillar en el escenario, la mañana. Y el cigarrillo apegado al texto se consumía porque la responsabilidad del personaje era morir en circunstancias naturales consumido por su propio fuego. Y la ventana firme, cautiva, inmersa, colocada en la mejor parte del escenario hacia lo suyo porque ella preparó su personaje recordando historias y apoderándose de las vidas de todos los que alguna vez miraron a través de ella.
Que puesta en escena tan magnifica, el sueño seguía soplando y el fuego ya ocupaba casi todo el interior de mi cuerpo, y lo sentía y no dolía y mis lágrimas a punto de ebullición salían vigorosas calentando mis mejillas, la taza de café sostenida por mi mano izquierda comenzaba a tibiarse y así el café con más emoción provocaba mas humo perfumado. El cigarrillo a punto de morir sacaba chispas amarillas y rojas pretendiendo ser un juego pirotécnico, su final su mejor actuación, morir en un cenicero sólo y aplastado con la ayuda de mi mano derecha.
Sigue creciendo el fuego y la función no ha terminado. A veces también la escena misma obliga a todos los actores a improvisar para terminar rápido, los obliga haciéndoles creer que el público se está aburriendo, que la escenografía esta a punto de venirse abajo, que será la última función porque nadie mas querrá verlos. Y la ventana decidida y entregada a su audiencia se incendia de la nada y comienza a llorar vidrio derretido. El café lo sabe todo y lucha contra su naturaleza para prenderse fuego y humea y da vueltas en la taza sin conseguir nada mas que hervir en su propio sitio y quemarse gravemente, ya no era el café de antes ya no es el mismo aroma ni tiene la misma esencia, todos creen que ha fracasado y al café le da un apuro nunca a sabido de derrotas y sus actuaciones siempre despiertan conciencias y almas dormidas, así que toma la decisión de salir de la taza derramándose sobre el escenario interpretando a un moribundo que hablaba antes de morir sobre la importancia de no invocar el fuego cuando no es para ti o de como no invocarlo sin antes estudiar lo que es el fuego.
Mi incendio ya era un símbolo, era una declaración, una reverencia, un atajo para llegar mas rápido a la muerte. No había cenizas, era una llama sola que enardecía de la punta de mis pies a la punta de mi cabeza atravesando los sitios mas indescifrables de mis adentros.  


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Diga Usted.