Vamos cariño, a seducirnos la espera,
a nosotros el tiempo nos sienta bien
porque tu espalda lleva siglos esperando
a que la bese con mi historia
y mis manos se han multiplicado
para ajustar todo tu cuerpo a mi cuerpo.
me quedó con tu sudor en mi boca
para guardarte,
para no desconocer tu esfuerzo
por hacer que el mundo girara
al rededor de tu sol brillando en mi torso,
y mira si es hermoso darle entendimiento
al deseo, yo desde hace años me había
convertido en tu mapa y no te fue difícil
dar con el cofre donde estaban mis ganas
de brotar en flor, en agua, en bosque,
en un atardecer de septiembre
y que maravilloso es entenderlo.
Te miro, y me doy cuenta
que a tus ojos les hacía falta
mi sonrisa porque sin preguntarte nada
me haz dicho que mi placer
al fin tiene justicia,
que eres tú el responsable de ello
y yo el valiente por sostener la tarde
y dilatar el tiempo para que más me beses
y para que más sonría y para que al abrir
mi boca aprisione con poesía la tuya.
Continuas acariciándome como si estuvieras
dando una lección a cerca de como se encienden
las luces del lugar que habito para que nunca se apaguen
y pueda complacerme cuando tú no estés.
No me aseguro de nada,
pues tú llevas la verdad en tus hombros
y yo me sostengo a ellos para que mi verdad
se parezca a la tuya sabiendo que eso sólo concluirá
en otra manera de penetrarnos el amor.
Y yo sigo pensando
que tienes las razones
más bonitas del mundo,
que tu silencio era para
escuchar mis latidos y
para saborear mis venas
y aseguro que esperabas
que mi voz te prestara un te quiero
y en su lugar te di un -quédate adentro-,
conteniendo mis ganas de llorar porque
me sentía incapaz de apretar tanta belleza.
a nosotros el tiempo nos sienta bien
porque tu espalda lleva siglos esperando
a que la bese con mi historia
y mis manos se han multiplicado
para ajustar todo tu cuerpo a mi cuerpo.
me quedó con tu sudor en mi boca
para guardarte,
para no desconocer tu esfuerzo
por hacer que el mundo girara
al rededor de tu sol brillando en mi torso,
y mira si es hermoso darle entendimiento
al deseo, yo desde hace años me había
convertido en tu mapa y no te fue difícil
dar con el cofre donde estaban mis ganas
de brotar en flor, en agua, en bosque,
en un atardecer de septiembre
y que maravilloso es entenderlo.
Te miro, y me doy cuenta
que a tus ojos les hacía falta
mi sonrisa porque sin preguntarte nada
me haz dicho que mi placer
al fin tiene justicia,
que eres tú el responsable de ello
y yo el valiente por sostener la tarde
y dilatar el tiempo para que más me beses
y para que más sonría y para que al abrir
mi boca aprisione con poesía la tuya.
Continuas acariciándome como si estuvieras
dando una lección a cerca de como se encienden
las luces del lugar que habito para que nunca se apaguen
y pueda complacerme cuando tú no estés.
No me aseguro de nada,
pues tú llevas la verdad en tus hombros
y yo me sostengo a ellos para que mi verdad
se parezca a la tuya sabiendo que eso sólo concluirá
en otra manera de penetrarnos el amor.
Y yo sigo pensando
que tienes las razones
más bonitas del mundo,
que tu silencio era para
escuchar mis latidos y
para saborear mis venas
y aseguro que esperabas
que mi voz te prestara un te quiero
y en su lugar te di un -quédate adentro-,
conteniendo mis ganas de llorar porque
me sentía incapaz de apretar tanta belleza.
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