sábado, 6 de septiembre de 2014

Imagínalo.

En si, imagino que el mundo ya ha sido
creado porque tus ojos lo construyeron
una mañana,
esa en la que abriste los ojos para darte
cuenta que mis brazos son únicamente
para tu abrazo, que la razón de estar lejos
sólo significa que en verdad ya estamos 
uno encima del otro,
vencedores, desnudos, completos, de lluvia,
de asfalto y de todo lo que es frágil aunque
darnos la mano en realidad sea para darnos 
cuenta que juntos somos totalmente
invencibles.

Imagino también tu mano y la otra, apretando
mi cintura como si con ello quisieras decirme 
que tu vida conmigo tiene derecho a ser feliz
como lo tiene la mía,
y para serte honesto no hay nada más bello que 
saberlo y saberte y saborear las horas conjugadas
por nuestros juegos,
por nuestras palabras escritas y por los intentos
de querer encontrarnos en alguna taquilla o en 
alguna esquina donde podamos aclarar que 
nuestro amor también es arte,
como lo son los sueños donde nos hemos dado
tanto de lo que buscamos. 

Con sólo pensarlo a mi piel le brotan brillos de
este cielo nocturno y se enciende con la furia 
de mi deseo, aquí, donde todo por pensarte se
vuelve una hoguera -Y no quiero quemarme solo-
te quiero a ti adentro del fuego, yo me encargaré
de cuidarte cuando estés dentro de mi,
cuando los espejos se pongan a llorar por ver  
la poesía tan desmedida, los besos tan certeros,
tu brazo salvándome de mis catástrofes mientras
mi espalda te salva de cualquier rutina y entonces
estaremos imaginando y eso será estar a mano,
casi como lo hemos estado ahora pero con un 
punto de partida, como el inicio de un libreto.

Por el bien de los dos, estaremos guiando -Lo sé-
una caricia tras otra, tejiendo lo que somos para
seguir creyendo, para nunca dejar de reconocernos
y para pisar el mismo sendero.
Imagínalo.

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