domingo, 14 de septiembre de 2014

Hoy y el cielo.

Hoy 
que el cielo impera una tristeza infinita
que apila nubes y fantasmas invocando
aciertos y realidades,
se me viene encima el llanto que guardé
los meses en los que tu abandono apenas
cabía en los surcos de mis ojeras las que ahora
se han vuelto charcos para ver si logran ahogarte.

Hoy
que camino entre los ríos de la calle 
miro lo que el agua va arrastrando y en
los restos también va el quinto día en que
pactaste no perderme, 
el día en el que te hiciste fuerte para que
yo pudiera entonces sostenerme ante el dolor 
de perderte  -Porque desde el primer día lo supe-.
Pero ignoré la tormenta porque preferí el incendio
y ambos eran tú.

Hoy 
que no busco intentos para regresar a casa
por no llamar a la puerta que suena igual
que tus latidos,
prefiero marcharme cargando esta desazón
con tu nombre que pesa más que las razones 
para salvarme a mi mismo de todo y todo incluye 
también a esta lluvia que cuando toca mi piel duele
lo mismo que la memoria de tus manos por no tocarme.

Hoy 
que mi pasos le dictan letras a mis rumbos
al fin me atrevo a admitir que no estar contigo 
se parece a esta bruma y esta humedad que se 
multiplican junto con mis penas,
que extrañarte es lo mismo que observar la lluvia caer 
porque así fue tu desplome cuando preferiste irte 
y mi desplome cuando preferí quedarme,
con la diferencia que tú ya llevabas un par de alas 
y también tengo que admitir  que esas alas eran las mías.









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