martes, 16 de diciembre de 2014

V- No es que pese tu recuerdo.

He escrito en la memoria de mi cuerpo
las veces que conté tu historia,
enumerando las caricias que me prestaste
para entender que sin ti,
mis ojos al fin logran diferenciar
las lágrimas de las tormentas,
que cuesta abajo lo único que me sostiene
es esta furia enamorada
de las horas y los días lejos de ti
y de tu veneno;
logré desintoxicarme,
que por cada cicatriz
un hombre y por cada hombre 
un beso falso que las cure.

Que después de ti,
el café de las once de la mañana 
sabe a una tarde que vendrá sin el peso
de tus pies que me arrastraban a la rutina
de sabernos un reloj detenido en lo absurdo
de amarnos atando estrategias para destruirnos o 
inventando miradas para coquetearle al destino una mentira que 
nos mantuviera besándonos las heridas que nos habíamos provocado.

He visto caer tu cuerpo sobre el mío
en mis noches sin sueño,
las noches donde encuentro 
cientos de razones por las cuales 
sigues extrañándome,
y también las enumero una a una 
para darles despedida 
dentro de los lugares que aún recuerdo;
las ciudades que visitamos juntos
los cafés, los museos, las playas, 
los callejones donde nos ocultábamos
hasta de nosotros mismos para según 
el guión que teníamos escrito,
amarnos con un secreto en voz alta.
 





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