jueves, 5 de agosto de 2010

Por mi amor a ti

Te llamo una vez mas desde el fondo de mis sueños pidiéndote los brazos para cobijarme con ellos la ternura oscura de mi alma.
Te llamo desde esta noche que espesa me revienta las venas y los sesos.
Pero te llamo rogándole un deseo a algún astro distraido y le pido también tiempo.
Te llamo, te amo, amándote no me destruyo ni me lastimo los brazos de mi alma.
Y me abrazo abrazándome a los tuyos, luego a tu pecho.
Te llamo despacio, repito tu nombre, me escuchas.
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Para cuando mi sangre ya no fluya en los surcos de tu alma. Te doy herencia pobre, adolorida a veces y siempre entregada. Es tuya, yo no quiero muerte de puñales y de espadas, ni de vidrios rotos, ni de moscas en las ventanas. Que no me llame la ausencia de tu cuerpo sin antes despojarme de este viento generoso que sopla mi corazón para el tuyo, para tu deseo, para lo que entrego en la mañana del café y del desierto.
No quiero calaveras en las almohadas, ni huesos en la cabecera, pero si escucho las alas de la que fue vida, toma de esto todo en prisma, en esfera, tuyo es y tuyo lo que venga.
También el abrazo de aguas apretadas, de fugas de gas y del humo de nuestro cigarro compartido. De nuestro Chai y nuestro té verde. Toma esto, me despojo de la piel que me regalaron mis abuelos, te regalos mis ojos y mis cejas que son un ave en pleno vuelo.
Toma el caballo rojo de mis piernas, la sonrisa suculenta de mi espalda, el remedio de mis sueños. El remedio de mis sueños.

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Silencio, escucho la voz del sol y algo me comenta.
Ah! no es el sol es sólo el calor de mi poeta,
desde lejos logro percibir sus palabras y hasta
veo sus letras.
Que me dice? Que amor, que un soneto, que un
poema, que el verso embriagado.
Sigo callado, veo en el cielo cometas,
son las ansias de su alma que se queman y
que me provocan un calor incomprendido.
De mi poeta, también mi sol y sus esquemas
son mios sin el terror de ser herido.

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