sábado, 16 de octubre de 2010

Profugo del nixtamal

Hay algo que es de sal y arena
de inmensa sal
y lo siento amargandome el ceño
y me guisa los hombros y la
entrepierna.
Pareciera una figura celestial
con magnifica altura
que monstruosa me acusa
y me limpia los ojos.
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Un viento negro, de los que no han vuelto.
-Hermosa criatura negra, de ojos negros de manos negras,
mira mi mano que no te alcanza y pon atención suficiente
para que veas como se aleja...
-No te alcanzo por que la obscura te aparto de mi, la de
las palpitaciones saladas, la de los ciegos.

-Pero sigo aquí, después de esta tormenta arenosa de sensaciones voy a bañarme en el río.

-Y tu piel blanca no tendrá mas convicción...

-No me alcanzaste por que tenias heladas tus circunstancias, me veías con los ojos al revés
y temías doblar las piernas de tu malévolo.

-No tomé tu mano por que mi piel no la quería, chupó toda el agua de tu ombligo y la escupió
sobre mis salvajes, mis absorbentes y mis sedientos.

-No te entiendo, ya escucho la baba de tu voz lastimando
tus dientes de puma, y así se llaman las mentiras.

-Y parece que te vas por que te duermes sobre tus sentideras y parece que yo me quedo por que quiero el agua de mis sapos, de mis ojos como de sapo y de mi pico de colibrí.

-Adiós sin golpe de chile verde, adiós por que tu arruyo es el llano donde se revuelca este viento
negro, adiós sin razones y sin espaldas para cargarte la tierra seca de tus cactáceas.

-No te quedes con el tronco encendido, apagalo con tus golpes de piedra y no con tus lloraderas de mezcal. Veo el río tiene las aguas blancas y el aroma me penetra entre los apachurros de peces y sirenas.

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