Beso tus hombros mojados
por el automático rocío
de tu pelo embarañado,
me sostengo a ellos con
las manos caídas de llanto
y despacio palpita un beso,
otro beso y una caricia se
transforma en uñas de fuego
y humo de sándalo.
Tu aroma aprieta mi cuello
y en espera de una palabra
se detiene el aire en mi cielo.
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