Te espero a la vuelta de mi vida
ahí donde sé me olvidan las cosas importantes,
donde mi corazón se ha vuelto la puta de la esquina,
donde los hombres vacían las historias absurdas de sus días,
ahí, justo donde alguna vez estuve
y me viste en la quietud de la nada
y te detuviste para regalarme flores.
Te espero en ese sitio,
donde aún crecen lirios en los charcos,
donde el pasado es una ofrenda a la mentira
porque amarte fue derrotarme a mí mismo
y tuve que mentirme tantas veces
para levantarme
que dejé de creerme
aún cuando decía
la verdad.
Te espero a la vuelta de los vasos rojos,
de los espejos sucios con años azules,
del aroma de tus manos que ahora sudan mis manos
cuando la soledad se vuelve un semáforo en rojo
o cuando un extraño se detiene a preguntarme la hora.
Te espero siempre,
como la última carta que te hizo creer
que iba a volver mi fantasma o yo,
lo que apareciera primero.
Te espero a la vuelta de mi tristeza
que es exactamente igual a la tuya,
tan llena de cicatrices y canciones frías,
tan repleta de amantes y de insomnios,
tan lejos de ti y tu apego a la vida.
Te espero a la vuelta de un suspiro
que no sea el mío sino el de él
y el de todos los culpables,
te espero a la vuelta de tu aliento
del primero y del último,
de tu despedida,
de tu tu abismo,
de mi abismo.
ahí donde sé me olvidan las cosas importantes,
donde mi corazón se ha vuelto la puta de la esquina,
donde los hombres vacían las historias absurdas de sus días,
ahí, justo donde alguna vez estuve
y me viste en la quietud de la nada
y te detuviste para regalarme flores.
Te espero en ese sitio,
donde aún crecen lirios en los charcos,
donde el pasado es una ofrenda a la mentira
porque amarte fue derrotarme a mí mismo
y tuve que mentirme tantas veces
para levantarme
que dejé de creerme
aún cuando decía
la verdad.
Te espero a la vuelta de los vasos rojos,
de los espejos sucios con años azules,
del aroma de tus manos que ahora sudan mis manos
cuando la soledad se vuelve un semáforo en rojo
o cuando un extraño se detiene a preguntarme la hora.
Te espero siempre,
como la última carta que te hizo creer
que iba a volver mi fantasma o yo,
lo que apareciera primero.
Te espero a la vuelta de mi tristeza
que es exactamente igual a la tuya,
tan llena de cicatrices y canciones frías,
tan repleta de amantes y de insomnios,
tan lejos de ti y tu apego a la vida.
Te espero a la vuelta de un suspiro
que no sea el mío sino el de él
y el de todos los culpables,
te espero a la vuelta de tu aliento
del primero y del último,
de tu despedida,
de tu tu abismo,
de mi abismo.