viernes, 11 de noviembre de 2011

Tercer viento

Se apagaron todas las luces, una línea de luz se dibujaba de la ventana al suelo justo donde mis lágrimas hacían su cause.

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Era demasiada oscura la noche y yo sediento de un beso al menos, no conseguí si no hundirme en la negrura de unas calles desconocidas y estúpidas a las que no les pertenecía ni un trozo de mis entrañas, nada de mi, nada del mundo. Era una mentira dando pasos desconcertados intentando llegar a donde mismo, un espiral en el que me miraba sin saber que sólo era su fantasma y un pecado de él, una carcajada de sus historias, una equivocacion.
Odio caminar con las manos en los bolsillos, ese día lo hice en señal de derrota, escondiendo mis manos de una humillacion tan incongruente como que me hubiera pasado por la mente una victoria. No tenia nada de sorprendente y culpaba a mi cabello, a mi color de piel y  a mi boca tan grande. A mis palabras, a mi gusto destructivo por  Rufus Wainwright y a su piano. Era una densidad vidriosa por la cual atravesaba pero de no continuar una desintegración hubiera sido inminente.
Esa noche el sonido de mis pasos me iba dando una respuesta... Fuiste tu, únicamente tu junto con el brillo de tus ojos. Yo,  fui responsable de una emoción, de aquel frío intrigante



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