martes, 25 de septiembre de 2012

Ausencia de mi

se me apagaron los ojos, no sé si por el golpe o por la tristeza de mi desesperación, me cuesta trabajo hablar y conectar palabras, tampoco estoy seguro a que se debe. Un accidente que tomé a la ligera se ha convertido en mi cruz llena de clavos y astillas y ahora lo afronto con una fuerza desmedida.
Me duelen mas situaciones y mas circunstancias. Pero temo por mi ojo y mi hombro aunque lo físico en mi vida puede ser no tan elemental, en un segundo me dí cuenta que antes de superar el fracaso llega la inesperada visita de un lamento, un accidente que me imposibilita y me absorbe el cuerpo con el temor a olvidar la vista de mi ojo derecho o a resignarme a la rigidez de mi hombro derecho.
Tengo la oportunidad de sentirme triste, no sé cuanto estoy perdiendo, pero sé también que puedo ganar. Y que mi cuerpo no dice mentiras, no es inmaduro, ni falso, ni farso ni tampoco enfermo. 
Estoy seguro que sanaré porque no es mi momento para destruir lo que he construido, a pesar de que no sea nadie, de que no sea nada, de que no esté a a la altura de nadie, eso si lo reconozco, mi cuerpo lo sabe, mi mente lo sabe. Mi corazón no lo reconoce y lucha contra los dolores físicos que me asechan como un coyote en busca de su carnada. Si pierdo la vista un ojo me queda, si pierdo la movilidad de un brazo, el otro me queda, si mi espalda no responde tengo los pies que me ayudaran a sanar. A sanar en este movimiento de la vida donde no busqué herirme, donde el Karma me respondió sin culpables y sin responsable,s sólo fue de mi. Un ojo, un brazo. Ya no importa porque me queda el corazón inmenso y la realidad con la que vivo y resuelvo que las circunstancias son justas.
Y el amor es justo, tu amor, tu esencia, tu aroma, el olvido, la llama que nunca se apaga. Eso me mantiene en un hilo de esperanza

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