Se me sale la sangre a chorros, de los brazos baja un hilo incontenible que se hace manantial en las palmas de mis manos, mi cuello no puede con el peso de esta sangre tan espesa y tan ridícula. Se me sale el llanto de los ojos casi dormidos por un falso idilio y aún en esta pesadumbre me da por mover los pies y danzar y llegar tan lejos que vuele un poquito lejos del suelo. Mi cuerpo liviano, acabado, inventado y desorientado por las estrepitosas huellas de un lamento que canto a media voz mientras mi boca se resiste.
Quiero que las paredes brillen con mi sangre que el suelo se limpie con mi llanto y que un grito de rabia ordene los pensamientos del hogar que habita en mi cabeza.
Voy entrando, voy llegando... Los hilos atados a mis extremidades me convierten en la marioneta que soy y sólo puedo respirar en el vacío entre el aroma a roble y a pintura de acrílico que simula el maquillaje de mi muerte. Y así atado y movido por lo que siempre desconozco los pájaros cantan y se posan en mi cabeza sin la intención de anidar sabiendo que no tiene ningún objeto.
Sigo en marcha entre letras y pasillos interminables viendo la sangre negra y brillante como la tinta china, pudiera morir aquí pero veo un árbol de corteza fuerte donde puedo escribir mi nombre con las uñas afiladas y dejar un vago nombre con su circunstancia a cerca de mis circunstancias.
Luego romper los hilos con mis dientes para intentar huir, y si no hay éxito por lo menos caer desmoronado en la tierra árida y malévola en la que sembrare la semilla de mis destrucción.
Aquí al parecer he terminado.
Quiero que las paredes brillen con mi sangre que el suelo se limpie con mi llanto y que un grito de rabia ordene los pensamientos del hogar que habita en mi cabeza.
Voy entrando, voy llegando... Los hilos atados a mis extremidades me convierten en la marioneta que soy y sólo puedo respirar en el vacío entre el aroma a roble y a pintura de acrílico que simula el maquillaje de mi muerte. Y así atado y movido por lo que siempre desconozco los pájaros cantan y se posan en mi cabeza sin la intención de anidar sabiendo que no tiene ningún objeto.
Sigo en marcha entre letras y pasillos interminables viendo la sangre negra y brillante como la tinta china, pudiera morir aquí pero veo un árbol de corteza fuerte donde puedo escribir mi nombre con las uñas afiladas y dejar un vago nombre con su circunstancia a cerca de mis circunstancias.
Luego romper los hilos con mis dientes para intentar huir, y si no hay éxito por lo menos caer desmoronado en la tierra árida y malévola en la que sembrare la semilla de mis destrucción.
Aquí al parecer he terminado.
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