martes, 28 de julio de 2015

Te invito, amor.

Te invito a mi locura
a mis brazos grandes
a la fragilidad de mis manos 
que aún no te tocan,
al bosque de mi pecho 
para que camines sin que te pierdas
y me encuentres esperando por ti,
como antes, como hoy.

Te invito a mis caprichos
a mis muecas cuando no pueda besarte,
te invito a ser libre cuando te eche de menos 
y que pienses en mí en las noches luciérnaga.

Te invito al incendio de mi espalda
al calor de mis huecos
a la ternura de mis desastres
para verte sonreír,
a mis manías,
a mis sombras,
a mi fulgor.

Te invito a mis palabras torpes
porque necesito decirte que te quiero,
al tiempo que nos aprieta sin remedio,
a algún que otro misterio.
Te invito amor, a bailar la vida conmigo.                                         



jueves, 23 de julio de 2015

Llega el pasado que nadie quiere.

Tu silencio, tu bruma,
la ciudad entera gritándome el fracaso,
tu carne disecada, mi manía por volverte a vivir,
mi manía por rescatarte del dolor como si no fuera ridículo
por demás actuar como un súper héroe en estos tiempos de soledad.
Como sí no me bastaran los intentos fallidos de vuelo y los besos por telepatía
y las otras falsas cualidades que he tenido que inventar para alcanzarte un poco.

Llegar a ti es fácil, 
lo difícil es derrotar a tus escudos y al pasado,
tocarlos no es suficiente y abrir fuego 
en contra de ellos es impensable;
no puedo ser como tú, que disparaste a quemarropa
y envolviste mi cuerpo entre arena y hojas secas 
para que nadie se enterará de mi muerte
antes de poder decirte que me rendía.

Ahora evadirte resulta más fácil, 
encontrándome entre el amor de los espejos,
bailando en el suelo que limpiaste con tu llanto,
haciéndome de nuevas cicatrices que no se parezcan a las tuyas,
entonando canciones que no tengan tu rostro ni tu aroma ni tu voz.
Huyendo, pero sólo para regresar a mí lado aunque tenga que dar mil vueltas,
no importa, siempre ha valido la pena verme al otro lado de la calle sin ti
y recuperarme ha sido el bálsamo y el remedio para no impedirme los sueños.

Lo sé, no supimos más de nosotros
porque este abandono abrió abismos
para cualquier esperanza,
y tú te quedaste sin palabras.


lunes, 13 de julio de 2015

Orgullosamente triste (No al final).

Me declaro orgullosamente triste,
un breve suspiro de tu pecho cuando
acordándote de mí te viene la asfixia
porque te ahoga el aroma 
de la flor abierta de mis labios,
triste porque es la palabra que aprendí
a deletrear mientras en el amor te hacías pequeño
y yo grande para despedirme sin puños de tierra
ni ataúdes de plata y sal.

Me declaro triste y con memoria
porque sin ti las sirenas no avisan las mañanas
y los relojes se apresuran en la marea de mi sangre
lumbre y mis ojos mojados por tu lluvia lejana.

Lo recuerdo: tenías los ojos más lindos del mundo
y yo la sed para que en ella lloraras tu soledad,
ahora es imposible mirarme en tus dos posos oscuros.
Fuimos felices -Me dije un día- 
y luego te lloré un martes y otro martes
y de pronto el lunes hice un final;
el que pude entender porque las horas me hablaban
de lo que iba a ser mi cama sin ti.
El final que dicté porque
me resultó más fácil herirte 
que rescatarte del olvido.

Triste porque una noche me abracé
a tu desgracia para poder dormir
 y tuve que sonreír para dejarte atrás
de todas las veces que inventé
que te pertenecía
o peor aún
que tú me pertenecías a mí,
triste con todos mis intentos
por evitarte en el amor,
triste porque lo conseguí, 
feliz a veces, feliz sin ti.




martes, 7 de julio de 2015

Un deseo por cada gota de lluvia.

Te deseo un día nublado que profane tu corazón,
que te impida accionar los recuerdos acerca de mí
y me olvides, mientras me ves llover por tu ventana.

             Un día nublado como los que se asoman 
              entre la tristeza de mis ojos y mis ojeras 
              convencidas del insomnio como remedio
             para continuar inventando tragedias.

Un día nublado que te enfrié el pasado y la playa
en la que estuvimos juntos, la playa que nos amó
y que tú y yo depreciamos porque éramos desierto.
              Te deseo la valentía para caminar bajo la lluvia
               entre la ciudad hambrienta de corazones rotos
               y deseo también que puedas escapar de ella 
               en tus días de grandes penas, como yo lo hice.
Te deseo una armadura para las noches interminables
que habrán de protegerte cuando vuelvas a recordarme
como lo que fui: un vaso de sangre, un puño de clavos,
la miel derramada en la comisura de tus labios, un adiós.
Y que puedas desnudarte sin pensar que mis dedos estarán
para tocarte o la música de mis abrazos para arrullarte 
el cansancio y las ganas de escribirme versos en el pecho.
                    Que no te alcance ningún vidrio roto cuando rompa 
                    a gritos las ventanas de mi casa porque ya no estás,
                    que no logres escucharme y que mires hacia arriba
                    cuando me desangre la piel por acariciarme sin ti,
                    que no percibas mi aroma cuando esté con otro,
                    que no descubras que te echo de menos en julio,
                    que tampoco sepas que mucho de lo que te deseo
                    lo deseo para mí también.