miércoles, 25 de febrero de 2015

Te percibo, mi amor, te presiento.

Mi amor,
a veces eres un presentimiento 
que hurga en mi pecho 
buscando los días en los que te quiero
y otras veces te quiero tanto
que nos adivinamos 
la melancolía desde lejos,
tú en alguna de tus fronteras 
yo en las calles rotas de mi ciudad sin ti.

Te percibo como un hombre triste
que atraviesa la puerta del desamor
solo para seguir triste,
pues sabe que amar es sumarle 
tragedias a los días porque así lo aprendió
de niño cuando perdió la ilusión al soltar
su globo al viento con la esperanza
a que lo trajera de vuelta.

Mi amor,
quizá por todo esto
también te siento, 
mientras miro a dos enamorados
besarse símbolos y juramentos con las manos
o cuando miro a una mujer sostenida al reloj esperando 
a ser rescatada por otra mujer de hombros fuertes
o al chico que viste de blanco para no volverse una ausencia
y amar con la certeza de una nostalgia que permanecerá
por siempre en los siguientes amores.

Te percibo en el vuelo de los pájaros
que van cantando el regreso a casa,
como alguien que camina con la espalda
frágil esperando un par de alas 
para poder  huir,
como una ecuación donde entra 
buscarte cuando te escondes para llorar
y encontrarte cuando te descubres sonriendo
frente al espejo porque es a mí a quien miras
en un cúmulo de anhelos.

Te percibo,
mi amor, 
como una brisa de sal
cuando te lloró por dentro,
justo en el momento en el  me piensas
y me da por empaparme de ti por fuera
como una lluvia que no cesa
porque también pienso.







martes, 24 de febrero de 2015

¿En que momento al destino le dio por palpitar tu nombre?

Tomas mi mano,
en el parque, en el cine,
en mi casa,
en las calles donde anduve solo
repitiendo gestos de la gente 
porque no estabas tú apretándote los labios 
para no gritarle al mundo que soy lo más bello que eres,
que conmigo solucionas guerras y conflictos,
corazones heridos y rostros tristes. 

Y yo aprieto mis labios para preguntarme 
¿Que hizo mi corazón para que llegaras a mí?
¿En que momento al destino le dio por palpitar tu nombre?
Para que al abrazarte destapemos atardeceres y horizontes
tan bellos como el color que hacen tus ojos cuando me miras,
o cuando dices, que hay una explosión por cada una de mis caricias
y que el fuego se propaga cuando después de mis dedos siguen mis labios
protegiéndote de que se te rompa el corazón cuando tienes que volver a casa.

Tomas mi mano,
anunciándole al futuro todas las canciones
que vendrán y no tienes miedo, 
llevas en tus días la nota perfecta
que nos arrulla cuando nos hacemos
los sueños y el amor,
y en tu pecho describo las veces
en que te amé sin saberte,
las noches en las que canté 
nuestra canción para imaginarte. 
                                                  Hoy eres tanto 
                                                      que abrir los ojos para verme
                                                               en los tuyos me hace valiente.
                                                                                               

viernes, 20 de febrero de 2015

XVI - Los que tienen el corazón dislocado.

Pertenezco a la estadística
de los que tienen el corazón dislocado.

Un día fue tanto tu peso que cuando te machaste
me obligue a cargar con lo que quedaba: dos amores tristes,
cuatro abrazos que no se hicieron justicia y cien bocas
en la mía que me abandonaron a la suerte de tu recuerdo.
El tiempo me hizo dejar sonrisas
en la otra esquina de la ciudad
para llover estrellas fugaces en las mía;
y al cielo le dio por mirarnos 
de otra manera, 
a ti en la casa del amor, 
a mi en las ruinas de la mía.
 
A veces camino despacio
ya no por esperar a que me alcances,
sino porque me duelen los hombros
con tus despedidas diarias,
y la frente en alto es una simulación, 
pues nadie sabe que cargar con tus sueños,
con tus canciones y con todos tus guiones
es tan triste como el lastre que llevo en el alma. 
Y me imagino todos los abismos  
entre los amaneceres y las tardes huecas
donde te sigo extrañando, 
preguntándome, 
porque se de tantas ausencias 
y tú de tantos amores. 

Y aunque te he visto caer, 
yo me hundo en el silencio que dibuja tu nombre
y aprieta mi garganta para no pronunciarte
cuando me estoy muriendo de amor por despertar.
Sin saber que este amor es para mí y mis pasos lentos,
para mi cuerpo y sus cansancios,
para no tener sed en mi camino 
donde tu peso 
finalmente 
poco a poco
se va diluyendo.
  

miércoles, 11 de febrero de 2015

XVII - Nacer con el corazón roto.

Por suerte los minutos anuncian el olvido,
y desde este montón de penas
le hago el amor a tu fantasma.

¿Sabes lo que intento decir?
No estar contigo acumula escombros
de todos los desastres en los que nos amamos
y camino sobre ellos, ya no para llegar a ti
sino para hacer otro intento
por volver a correr sin huir,
por bailar sin temor a que te marches
porque te duele ver como me ama el aire,
a elegir un día de sol en el parque a una tarde gris
que llora conmigo cuando miras por la ventana
esperando a que el viento te empuje a él 
y  a otros amantes que no hayan nacido
con el corazón roto
y el reloj a tiempo
como yo.

Que sin ti
reconozco a la gente que se ama en las calles
y con la mirada les deseo un buen día
y cedo mi siento en el autobús con una sonrisa
a los que veo cansados de estar solos o llevan un secreto
entre los labios,
y entonces también soy ellos y los amo como ellos aman,
con la rabia de una ciudad que lucha y resucita
de la misma manera que lo hicieron los que pensaron
que iban a morir de amor algún día
 y al final descubrieron que solo era un resfrío.

Pero también te amo
¿Ya lo entendiste?
Yo, quien rompe la rutina con belleza,
y en las manos cargo flores 
que no se marchitan,
cartas sin malas noticias,
palabras simples que matan
el dolor del silencio. 
Y por eso también te amo,
te sueño, y acuchillo mi duelo
para llenar mis heridas de las tuyas
comprendiendo que mirar atrás 
es únicamente
para mirarte a los ojos sin que estés,
tomarte de la mano casi sin sentirte
y entonces,
no enfermarme de tu pasado
se vuelve más liviano,
se desvanecen las ruinas 
aunque te siga amando.

                  Lo voy a conseguir
                    estoy volviendo a mi
                         y que bello es el triunfo.
              









martes, 10 de febrero de 2015

Y sepamos del reloj y los atardeceres

Te desvistes y me invitas,
llevas un jardín en tu carne 
y yo florezco antes de tocarte;
contigo nace la primavera.

Y me desnudo lloviendo el amor 
que nos inunda para cuando 
nos estemos muriendo de sed 
un día cualquiera, 
bebamos de nuestros manantiales
y sepamos del reloj y los atardeceres
que nos precipitan a buscar 
el recuerdo de las noches
donde hemos renacido.

Subes a mi pecho 
después de gastar tus besos
en mis piernas 
y lloras,
porque no haz sabido racionar 
tus labios para mis labios
y me estremece decirte
que soy más besos que palabras,
mas caricias que manos,
más de lo que eres dentro de mi
porque guardas las certezas  
de vivir y morir abrazado 
al futuro al que te invito.





miércoles, 4 de febrero de 2015

Un millón de horas abrazado a ti

llegas de noche,
como siempre,
con los brazos y los sueños tan abiertos
que abrazarnos pronto se convierte en verdad.

Te cuento mi día a besos
haciéndote entender
que hoy,
me hiciste tanta falta
como el primer día
en que te despediste de mi
diciéndome con tus ojos que conmigo
escribirás la historia de todas los días
que nos quepan en el alma.

Y tú me amas
así, con lo que somos,
convirtiendo las mil maneras
en que te extraño,
en un millón de horas abrazado a ti,
pidiéndome que no te suelte
porque estás a punto de abrir el cofre
de mi alma para llenarlo de la noche
que nos mira amándonos.

Nos llenamos de juramentos,
cartas y canciones
y no hacemos preguntas;
eres tú el que me toca
y cada caricia alimenta
las mías,
soy yo el que te toca
y los misterios brillan
en todos los sitios
donde somos uno.

No hay necesidad
de volver a ti,
porque siempre estoy contigo,
tienes todos mis refugios
en tu cuerpo
y solo en ti puedo hacer
de nuestro amor un nido.