martes, 16 de diciembre de 2014

V- No es que pese tu recuerdo.

He escrito en la memoria de mi cuerpo
las veces que conté tu historia,
enumerando las caricias que me prestaste
para entender que sin ti,
mis ojos al fin logran diferenciar
las lágrimas de las tormentas,
que cuesta abajo lo único que me sostiene
es esta furia enamorada
de las horas y los días lejos de ti
y de tu veneno;
logré desintoxicarme,
que por cada cicatriz
un hombre y por cada hombre 
un beso falso que las cure.

Que después de ti,
el café de las once de la mañana 
sabe a una tarde que vendrá sin el peso
de tus pies que me arrastraban a la rutina
de sabernos un reloj detenido en lo absurdo
de amarnos atando estrategias para destruirnos o 
inventando miradas para coquetearle al destino una mentira que 
nos mantuviera besándonos las heridas que nos habíamos provocado.

He visto caer tu cuerpo sobre el mío
en mis noches sin sueño,
las noches donde encuentro 
cientos de razones por las cuales 
sigues extrañándome,
y también las enumero una a una 
para darles despedida 
dentro de los lugares que aún recuerdo;
las ciudades que visitamos juntos
los cafés, los museos, las playas, 
los callejones donde nos ocultábamos
hasta de nosotros mismos para según 
el guión que teníamos escrito,
amarnos con un secreto en voz alta.
 





miércoles, 10 de diciembre de 2014

IV- No es el invierno, eres tú.

Este invierno no lleva
cartas de amor escritas por nadie,
se ha vuelto una canción triste
repetida una vez y otra y otra
en la memoria antigua de mi alma.
Este invierno por hoy desconoce
cuerpos con besos y caricias inútiles
y me abraza pero no me protege
y me habla sobre el verano,
pero no me da esperanzas.

Mi invierno, comienza donde nacen tus manos
y se mira interminable porque ha quedado un espacio
ajeno a todo lo que fui cuando me sostenías con tus dedos.

A este invierno le echo de menos
tus excusas para no abrazarme,
tus intentos por desaparecerme
entre los vientos fríos de mi locura,
tu inquietud por saber la fecha exacta
de mi muerte;
en este invierno nadie
me ha deseado la muerte.

Este invierno no carga calendario
pero si nostalgias como las de mis ojos,
y me aprieta el corazón para alejarme de mis amantes
mientras miro a un enamorado que abraza los minutos
para besar a quien ama con el calor de quien ha sabido
aprovechar los veranos de su infancia.

Ah, pero el invierno me consuela con poesía
y me deja las manos llenas de tanto
que me acaricio a solas para conseguir 
el calor de la victoria.
Lo estoy logrando,
voy a amar hasta derretir
los laberintos helados que dejaste
y saldré de ellos para amar
hasta el invierno que viene,
para reafirmar 
que soy el fénix,
lo estoy logrando, 
siempre he sido un fénix.






    

martes, 9 de diciembre de 2014

III- No existen razones.

Llegaste a mi corazón entrando por la espalda
desde ahí supe que eras una traición,
solo me mirabas a los ojos para pedirme perdón
y yo ya era un recuerdo que nunca se menciona
para no generar melancolía.
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Fui tu mayor tristeza
cuando te obligaste a llorar en otros ojos,
y mirarme tenía el pasado de todos los hombres
que habías amado.
No pude decirte que de pronto
te volviste un golpe en el pecho
y que también una espada de flores marchitas
y una bala a quemarropa llena de penas y lamentos.
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Supongamos que te amé más 
porque al maldecirme lo único que obtenías
era que me rompiera el pecho y me arrancara
el corazón para entregártelo,
obligándote a que lo protegieras 
como nunca lo hiciste.
Que me até a ti con los hilos de mi sangre 
para que no escaparas de mi monstruos.
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Nunca te necesité para tener saudade,
amarte era una excusa para mi locura,
amar a otros mientras te amaba a ti
era saber como acumular en mi alma 
orgasmos y las tristezas.
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jueves, 4 de diciembre de 2014

II- No jugamos con fuego.

¿Dime cómo es mirar a diario las cenizas que dejé en tu casa 
cuando apagaste el incendio de mis ganas de amarte tanto? 
se ha quedado esa parte de mi 
porque ni un año ni cien mil 
podrán borrar tal devastación.

y es que tu casa era tu cuerpo,
donde yo habitaba porque la soledad 
me enfriaba las ciudades y las calles 
por donde anduve así que preferí 
hacer nido para no huir 
y todo lo demás se construyó 
en promesas que aplastábamos 
y armábamos porque me imitaste,
tampoco querías estar solo ni huir.

De pronto el verano acabo con nosotros
convirtiéndose en un invierno irrevocable
mientras arreglábamos el mundo para estar juntos,
algo que ninguno de los dos deseaba,
negábamos a escondidas besos acostumbrados al dolor
y miradas extraviadas en otros ojos que fueran futuro.

Tuvimos la desazón a manos llenas
y nosotros la llamábamos amor
cuando desnudos en la cama 
nos atravesábamos la carne,
tú apresurado por estar dentro de mi 
y yo angustiado por que dentro de mi
solo había razones para abandonarte.

Fuimos haciendo el amor
que nunca hicimos,
que nunca fuiste
para mi,
jugué con tu cuerpo al olvido
porque besarlo era pedirte perdón 
por no haber respetado tus sueños
o tu afán por protegerme de mi mismo.
La salvación no era contigo.

   

 

miércoles, 3 de diciembre de 2014

I - No pudimos ser canción.

Llevo en los hombros el peso de las veces
que tu tristeza se cargaba con la mía
porque cada vez que pronunciabas un te amo
yo tenía que comprobarlo bailando el amor en otras camas,
besando otros labios para agotar los recursos en los que no
existieran tú ni tu futuro
y eso, es solo culpa mía.

Pesa más no haberte declarado que yo era la guerra,
que la paz únicamente se resuelve, como hasta ahora,
en lo que incluya la poesía que nunca fuiste;
debí haberte confesado que nunca te amé,
que mirabas oasis en el desierto de mi piel
porque yo los provocaba con mentiras 
y que los convertiste en una obsesión
mientras yo inventaba razones para escribirle al viento
que te alejara de mi y de este monstruo egoísta.

Te hice pájaro y te cuidé 
entre mis manos con la valentía 
de quien intenta salvar lo que siempre
ha sido una derrota y cuando creciste
te abracé para que entendieras que volar
significa creer que el amor está en el cielo, 
al que una vez lo hiciste canción para regalármelo,
a mi, que he vivido siempre con un azul prestado en los ojos
construyendo días para abandonar y noches para quedarme
con alguien más que no fueras tú.

La tristeza me permite hacer poesía,
así que debes de saber
que mis lágrimas también te perdonan 
por haberte quedado 
en este cúmulo 
de melancolías 
y que yo,
ya me perdoné por haber
pensado que el amor 
es una montaña que
se escala con los puños cerrados.