martes, 17 de diciembre de 2013

Estos días

Tengo frío tengo frío ausencia
también tengo una estrella
que arropa mis silencios.
Me callo me callo soy yo
me desenvuelvo de una tragedia
y me envuelvo en otra y en otra.

No me busco no hay estrellas
la tierra está seca adiós a las flores 
Porque se despiden consagrando
sus historias de muerte precisas
no me encuentro en sus aromas
no hay reflejo en el rocío.

Tengo hambre tengo sed cobardía
también tengo un libro escrito
que se mancha con mi llanto
me ensombrece la tinta escrita 
Me fallan las tantas preguntas
y no comprendo no explico nada.

Veo rostros que ya no son míos
no están en mis ojos sin memoria
y escurre un triste líquido ámbar
de todo ello de mis especulaciones y
desde el fondo de mis circunstancias
sigo sin rumbos a las estaciones.

Tengo angustia tengo dedos  uñas

también tengo un dulce licor mortal
que amortigua mis palabras ingratas
las que hablan de remedios astrales
no obedezco me vuelvo un silencio
un fino silencio donde soy extranjero.

Olvidé fechas horarios y las pistas

que me daba la existencia donde yo
jugaba a recordar y a inventar barcos
para navegar en un mar enfurecido 
lleno de susurros que azotaba olas
inquietas por amar inundando al mundo.

Tengo miedo tengo miedo locura

también tengo una jaula en la que yo
capturo a la muerte y a sus jueces
que hacen estrategias para no venir
y para perderse entre los infortunios
de los árboles y sus cálidas raíces.

No volví porque estuve clavando

espinas en mi porvenir lastimado 
deteniendo amaneceres y noches
inquietando al cielo con mi presente
haciendo remolinos tornados espirales
desgastando al viento con mis suspiros.

Tengo frío tengo frío realidad

también tengo una luz marchita
de algún rayo de sol que se cuela
por la ventana tan débil como para
algún intento de calentar mi espíritu
mis manos mi pecho mi razonamiento.

Supe de mucho y encontré sólo nada

me convencí de mi asilo de mi candado
y de los nudos que en mi cuerpo habitan
apretándose fuerte a cada pensamiento
a cada invocación a cada bello conjuro
porque la soga del destino es muy fuerte.

Tengo frío tengo frío sigo teniendo frío.










jueves, 12 de diciembre de 2013

Breve mudanza de un corazón desatinado

Hoy por la mañana desperté confundido, con jaqueca, ¿Una resaca emocional quizá? No, un coma producto de una melancolía así me diagnostiqué pues porque al levantarme de la cama vi mi rostro en el espejo  y tenía cicatrices de besos y caricias apagadas, presentes de un recordatorio lleno de anhelos. Así cargué con mi cuerpo para ir por una taza de café y un cigarrillo -Que sea lo primero que siente la abstracción de mi alma después del estado en el que permanecí. La melancolía tiene efectos secundarios falta de apetito, párpados oscuros, ojos en silencio, alguna mueca que disimula el dolor y luego un coma, ese sueño profundo y abismal en el que fui cayendo y cayendo y un espiral que al final me trajo de vuelta.
-¿Si no lloro no es necesario? Sólo hice un intento apreté mis labios y me llevé las manos al rostro que aún tibias por que habían sostenido la taza de café tibiaron también a mi añoranza, mis planes, mis transfiguraciones, tibiaron también mi pasado y no sucedió ni una sola lágrima. Me acerqué a la ventana para mirar entregarme a la experiencia de estar vivo, niños a la escuela, gente por un lado y por el otro preparándose para su rutina, pájaros en el alambrado, algún que otro jardín amarillento y seco, la sensación de que llegó el invierno o mejor dicho la sensación de que yo llegué al invierno. Entonces de una manera extraordinaria se me fueron abriendo los ojos y brillaba un horizonte por donde mi mirada pisara, adentro o afuera adentro de mi, afuera de mi y también mis ojos brillando y de los ojos una conexión al corazón que comenzó a palpitar al ritmo de una canción que iba yo cantando bajito bajito y junto a la canción una frase que escuché hace tiempo ``Va a ganar el amor´´. Y si, así comprendí todo y entonces me abracé fuerte de mi, me reconocí y apapaché a mi corazón y lo traje conmigo de vuelta y lo hice mirar y lo hice respirar con esperanza y nos prometimos no rendirnos y nos sincronizamos en un mismo suspiro de nostalgia envolviendo memorias y locuras hermosas. Luego de la nada obtuvimos un silencio con el silencio una sombra, con la sombra un desasosiego y nos fuimos oscureciendo sin entender nada sin saber nada y escuché un quejido no sabía si era de mi corazón o mío y luego un llanto -Ahora si nos dio por llorar. Nunca es tarde para llorar ni para dejar tanto dolor por medio del río del llanto, -Salgan pues todas las penas que aquí mi corazón y yo seremos pacientes. Ahora una chispa de luz, pequeños destellos saltando por aquí y por allá formando un cielo un suelo, un escenario, una ampliación, una nueva angustia pero también una balanza. Así le vienen los días a mi corazón y no tengo miedo ni tenemos miedo nos dirigimos directo a vivir nos estamos dirigiendo a la vida.




lunes, 2 de diciembre de 2013

Después del mediodía

Se me evaporó el café en el alma y sigo pensando en las tazas que están por venir y que están por desaparecer comenzando por el centro de mis labios hasta la plenitud enferma de mis entrañas, una taza más. Y una canción en el playlist que me hice dedicado únicamente para estos días de invierno.
Bebo café cerca de una ventana donde el viento se manifiesta trayendo mariposas amarillas que se acercan a la buganvilia morada y hacen un pacto hermoso, un rito de amor y color, el viento en tremendo acto de ternura desnuda a las flores y las hojas que quedan aferradas a la tibia conciencia del sol pero al final caen simultáneas, divinas, eternas, finas al suelo de cemento y tierra seca yo sigo observando y me apena saber que voy salir a barrerlas y a abandonarlas en una bolsa absurda de plástico para luego dejar todo en manos del camión de la basura, particularmente del joven guapo y sonriente que me encuentro a veces cuando a las seis de la mañana salgo corriendo porque olvidé algunas bolsas.
Y viene otra taza de café y otra mariposa amarilla y a la mente el regaño de mi mamá -Como fumas que barbaridad-. Luego otra canción que particularmente escucho a estas horas ``winterwandering´´ ¡Ay! como se me encharcan los ojos de lágrimas y de que manera se me viene un nudo a la garganta y un peso invisible en la nuca que me aprisionan durante casi cinco minutos que es lo que dura la canción y al terminar, un estruendo en mi cuerpo me sacude y vuelvo de todo aquello a las venas de mi memoria ese torrente furioso de sangre que da cientos de vueltas con sus anhelos y sus sueños limpios de tristezas. Regreso, vuelvo y me quedo. Siento que recuperé parte de mi esencia bajo los efectos de ya no sé cuantas tazas de café y no sé cuantas canciones, extraño las hojas que ya no cuelgan de los árboles y extraño las flores y los pétalos que ahora agonizan en el suelo. Extrañamente no agonizo yo, por primera vez en mucho tiempo las venas de mis ojos se han quedado quietas y no han enrojecido ni se han convertido en trozos de lumbre, no tengo las ojeras hinchadas a pesar de lo mucho que he llorado, no me tiemblan ni me sudan las manos y regreso.
De mis labios se fue el azul tan melancólico y falto de oxigeno y regreso ese dibujo rosado que me provoca sonrisas. Otra taza de café que el placer de añorarlo todo nunca es suficiente.
Pensar en que mañana miraré por la ventana quizá la misma escena y con el mismo café hirviendo mi sangre y cicatrizando surcos de mi interior me da un brillo particular en los ojos desde ya.