domingo, 22 de enero de 2012

La marioneta

Se me sale la sangre a chorros, de los brazos baja un hilo incontenible que se hace manantial en las palmas de mis manos, mi cuello no puede con el peso de esta sangre tan espesa y tan ridícula. Se me sale el llanto de los ojos casi dormidos por un falso idilio y aún en esta pesadumbre me da por mover los pies y danzar y llegar tan lejos que vuele un poquito lejos del suelo. Mi cuerpo liviano, acabado, inventado y desorientado por las estrepitosas huellas de un lamento que canto a media voz mientras mi boca se resiste.
 Quiero que las paredes brillen con mi sangre que el suelo se limpie con mi llanto y que un grito de rabia ordene los pensamientos del hogar que habita en mi cabeza.
Voy entrando, voy llegando... Los hilos atados a mis extremidades me convierten en la marioneta que soy y sólo puedo respirar en el vacío entre el aroma a roble y a pintura de acrílico que simula el maquillaje de mi muerte. Y así atado y movido por lo que siempre desconozco los pájaros cantan y se posan en mi cabeza sin la intención de anidar sabiendo que no tiene ningún objeto.
Sigo en marcha entre letras y pasillos interminables viendo la sangre negra y brillante como la tinta china, pudiera morir aquí pero veo un árbol de corteza fuerte donde puedo escribir mi nombre con las uñas afiladas y dejar un vago nombre con su circunstancia a cerca de mis circunstancias.
Luego romper los hilos con mis dientes para intentar huir, y si no hay éxito por lo menos caer desmoronado en la tierra árida y malévola en la que sembrare la semilla de mis destrucción.
Aquí al parecer he terminado. 

jueves, 12 de enero de 2012

Volar

Yo decía que era un colibrí, no me acuerdo que decías que eras tu. Me viene a la mente que habías dicho un Elefante, pero no logro recordar si dijiste Elefante ó dijiste Hipopótamo, algo grande habías dicho y yo me reía de ti, te decía, -Se trata de volar, tener alas de mariposa, pájaro, murciélago no sé. Tu me dijiste, -Se vuela mas alto desde el piso, desde la tierra sólida,  y yo quise burlarme de ti, creí que habías dicho una frase ya dicha de las hechas, luego sin decir nada te abrace me causaste una ternura tan incontrolable que te apreté a mi pecho y mis brazos te decían de palabras hermosas y esperanzadoras.
 Luego te dejé ir. Te abandone y por un instante creí que me abandonaría, lloré, me mordí las mangas del suéter, tenía gritos y gritos de rabia atorados en el pecho y no podía, no quería sacarlos por que me negaba a lastimar tu fragilidad. Preferí mejor dejarte ir, soltarte fue la decisión mas difícil, a lo lejos veía las huellas de tus pasos creciendo por huir de mi. No hubo mas. 
Un sueño quizás tu dolorosa partida, la cicatriz de mi mano izquierda intentando detenerte, no sé. Yo me quede.