miércoles, 17 de noviembre de 2010

Restos de la muerte

Dijo Alonso Medina:
Es fácil que se acabe todo. Se fue un niño de siglos y no volvió nadie a consolarnos es una ingratitud del destino por que todo muere en invierno y poco de ello renace.
Ahora me a quedado con un viento frío en el pecho (un cliché diría yo) pensé que nunca me sucedería pero como congela de los huesos pa´ adentro. Siento de pronto como si volviera a casi un año atrás donde todo dolía como usualmente dolía, a mis errores de siempre y mis canciones tristes. A mi demencia amorosa y mi autocompasión ridícula.
No quiero ser parte de nada, ya no quiero brillar por que todo el tiempo me arrepiento de ser diferente y tener la atención sobre mi... Quiero mejor regresar a lo sombrío a la impertinencia de mis lágrimas y mi falta de emoción e iniciativa por algunas cosas.
He pensado que quizá sea mi naturalidad, siempre le temo a la realidad y al calor humano.
Quiero que nadie me quiera y que sólo la levedad del tiempo sienta pena por mi y al paso de los días sentir pena de mi mismo. Llorar, tener el corazón hecho pedazos por un amor que nunca me adoro y leer una novela lloriquienta.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Noche

Es necesario apagar todas las luces. No hay mirar hacia ningun sitio, si es preciso no hay que mirar. El sentir no se logra tan fácil hay que entregar la piel a trozos y con el dolor de quien pierde lo que tanto cubre y protege.

Lo que se siente lejos, lo que lejano arde como una llama pesando sobre un puño abierto. Lo que se puede respirar dentro de un dolor. Lo que se va para siempre

El dolor se explica como básico y contundente, también la sensación de ennegreciemento y soledad. Viajar al otro lado nunca ha sido tarea de debiles.

Llegar.- El tramo tiene espinas de pescado, huele a sal y a argumentos bestiales y letras demenciales. Al abrir la boca para gritar...